Redacción (Jueves, 10-08-2017, Gaudium Press) Aceptando el reto de caminar por una semana, 80 jóvenes siguieron las huellas de Jesús en Tierra Santa. La «Marcha Franciscana», que este año llegó a su versión número 27 y culminó el 2 de agosto -cuando se celebra el «Perdón de Asís»-, congregó nuevamente a un grupo de chicos y chicas en torno a los lugares que recorrió Cristo en persona hace dos mil años.
«Pertenecemos a su Iglesia», fue el lema que marcó la vigésimo séptima marcha que tuvo por objeto subrayar que Cristo es la cabeza de la Iglesia y que cada cristiano católico es su cuerpo.
Como lo expuso Fray Emad Kamel, ofm, responsable de la marcha: «La Iglesia, a la que pertenecemos, no es la de piedra o la de los paisajes de postal de Tierra Santa. La Iglesia es cada uno de nosotros, nosotros somos los miembros vivos de la Iglesia y del cuerpo de Jesús, cada uno de nosotros es la Iglesia. Si vivimos bien nuestra fe, influimos y orientamos positivamente a la Iglesia con una energía positiva y real. Llevamos la luz de Cristo a los demás y la palabra de Dios en la vida diaria. Por tanto, cada joven, hombre o mujer, en el plan de Dios, es importante para la Iglesia».
La «Marcha Franciscana» es ocasión para aprender a caminar diariamente con Jesús / Fotos: Custodia de Tierra Santa. |
Entre los objetivos también estuvo animar la vivencia de la fe en las nuevas generaciones. «Hemos tratado de hacerles entender que el tesoro de la fe que llevan en sus corazones es una responsabilidad muy grande, porque aquí los desafíos son realmente muchos, sobre todo la falta de paz y la inseguridad que lleva a muchos a plantearse el irse de aquí. Nosotros les animamos a vivir su fe, incluso siendo numéricamente pocos, porque sabemos que la levadura, aún en pequeñas cantidades, hace milagros: Aumenta la masa», comentó Fray Kamel.
El recorrido inició en Caná de Galilea, donde Jesús trasformó el agua en vino. Posteriormente, los jóvenes cruzaron algunas poblaciones hasta llegar a Nazaret, donde vivenciaron y oraron en el lugar donde María dio su «Sí» para acoger al Salvador en su seno maternal. Ya en la etapa final, llegaron al Monte Tabor, lugar la Trasfiguración del Señor.
«Lo más hermoso es que en todas estas marchas vemos el compromiso de los chicos, la voluntad, el deseo de cambiar, de encontrarse en la fe y de encontrarse con el Señor», comentó la Hermana Lara Hijazjn, de la Congregación de Hermanas Maestras de Santa Dorotea, hijas de los Sagrados Corazones, que acompañó la peregrinación.
Para Nimer, uno de los participantes, quien tiene 20 años y realizó la marcha por tercera vez, fue una oportunidad para sentirse más cercano a Cristo desde la oración y los momentos de cansancio del camino. «Para mí, no es suficiente participar una sola vez; cuanto más participo, más sed tengo. Y, cada vez, vengo con una intención especial y esta marcha es indispensable para llevar esta intención a mis oraciones», afirmó
Dijo que uno de los momentos más importantes para él fue la subida a pie al Monte Tabor: «Esta etapa difícil es un momento en el que verdaderamente sentimos que, por una parte, caminamos diariamente con Dios y, por otra, experimentamos también que subimos hacia Él».
La «Marcha Franciscana» fue clausurada con una solemnemente con la fiesta del «Perdón de Asís» en el marco de una Eucaristía que presidió el Padre Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa.
Con información de Custodia de Tierra Santa y Christian Media Center.
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