viernes, 22 de noviembre de 2024
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El hombre desprecia al Ángel de la Guarda

Redacción (Miércoles, 16-08-2017, Gaudium Press) La diferencia que existe de ángel a ángel es muy grande, es ‘de especie’, cada ángel es de una especie diferente del otro, como lo explica Santo Tomás. Y siendo mucho más numerosos que los hombres, concluimos que es sobre todo en ellos donde Dios muestra su diversidad infinita en la magna obra de la Creación.

Entretanto, la unidad de la naturaleza angélica se establece también en la ayuda de los ángeles de la guarda. Sabemos por la Revelación que una de las principales misiones de los espíritus angélicos es la custodia de los hombres.

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San Pedro liberado de prisión por un ángel

Pero parece también haber una relación metafísica entre el ángel y su protegido. «Podemos imaginar que cada Ángel tiene su gran misión extra-temporal que penetra totalmente en su ser. Un Ángel del Amor infundirá el amor en su tarea de Ángel de la Guarda y animará a su protegido a crecer en el amor a Dios y al prójimo. Un Ángel con el poder de la palabra, iluminará a su protegido para que también pueda transmitir buenas, útiles y preciosas palabras. Para ser auxiliar en el camino que lleva hasta Él, Dios amabilísimo, en su sabiduría infinita, pensó en el Ángel de la Guarda que más le conviene a cada persona. Por tanto, el hombre debe escuchar la ‘voz de su Ángel’ » (Los Ángeles en el Rosario, Arwed María Hummer). Es decir, no solo el ángel influye de diversas maneras a su protegido, sino que la relación establecida por Dios entre los dos habla de conveniencia, ciertamente fruto de similitud de vocación y por ende de similitud ontológica.

Es el anterior un importante elemento a tener en cuenta, para caminar más de la mano con el ángel de la guarda el sendero de la vida: Estamos muy unidos a él, por designio divino.

Sí, apaguemos nuestro orgullo: somos débiles, y para remedio de nuestra debilidad, Dios nos destinó los ángeles de la guarda, como lo resalta poéticamente San Roberto Belarmino: «Quiso la inmensa bondad de Dios nuestro Padre, confiar a sus potentísimos siervos la flaqueza de los mortales, a fin de que cuiden de ellos como los preceptores de los niños, los tutores de sus pupilos, los abogados de sus partes, los pastores de sus ovejas, los médicos de los enfermos, los defensores de sus protegidos, o como los protectores de aquellos que son incapaces de defenderse si se abrigaren debajo de las alas de los poderosos». (Elevación de la mente a Dios por los grados de las cosas creadas -DE ASCENSIONE MENTIS IN DEUM PER SCALAS RERUM CREATARUM- Noveno grado. Capítulo VI)

Esta protección angélica es fundamentalmente la de conducirnos por los caminos de la virtud. Su poder es grandísimo, por lo que solo en el cielo sabremos de lo que nos ha librado el ángel de la guarda.

Dice el famoso Pesch que son doce los beneficios que los teólogos han definido que nos aportan los ángeles: «Los Ángeles reprenden nuestras faltas; segundo, nos ayudan a librarnos del pecado; tercero, apartan los obstáculos de nuestro progreso espiritual; cuarto, nos evitan las tentaciones; quinto, nos instruyen; sexto, nos revelan ocasionalmente secretos; séptimo, nos consuelan; octavo, nos dan fuerzas a lo largo del camino; nueve, nos guían a la Patria celestial; diez, expulsan y vencen nuestros enemigos; once, suavizan las tentaciones; doce, ruegan por nosotros y apoyan nuestras oraciones» (Die Heiligen Schutzengeln, Pe. Christian Pesch S.J.)

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San Juan de Dios ayudado por un ángel

Hospital de la Santa Caridad – Sevilla

Las operaciones naturales de los ángeles son mucho más perfectas que las de los hombres, dada la elevación de su naturaleza, y por ello cuando estas operaciones entran en contacto con el hombre, tienen una altísima influencia según lo quiera o permita Dios. Miremos como lo dice el P. Parente: «Al hacer accesible su mente, un ángel es capaz de revelar no sólo sus pensamientos mas también sus afectos, sus deseos, su placer, su gratitud, su alegría. Tales manifestaciones son inmensamente más perfectas, más bellas, y convincentes que cualquier expresión humana correspondiente. Ellas son una bendita irradiación de cualquier sentimiento que esté siendo expresado» (Beyond Space, Pe. Pascal P. Parente, S.T.D.) Lo anterior nos debe mover aún más a recurrir al ángel de la guarda, sea para que nos ilumine, sea para que nos prevenga de la acción demoniaca, que conserva todo su poder natural y por tanto toda su gran influencia sobre nosotros.

Este mundo naturalista y racionalista nos ha alejado de la comprensión y del aprecio de la acción del ángel de la guarda, e igualmente nos ha ocultado la acción del demonio. Entretanto, querámoslo o no, esa acción existe. Para expurgarnos un tanto de racionalismo, terminemos estas líneas con lo que afirma el P. Deidier: «Los autores eclesiásticos suponen que muy a menudo los Apóstoles fueron trasportados sobre las manos de los Ángeles de un lugar a otro para consultarse y escucharse entre ellos». (Les Anges et le Sacré Coeur, R.P. Xavier Deidier).

Por Saúl Castiblanco

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