Beijing (Sábado, 19-08-2017, Gaudium Press) Ser un Obispo en China significa padecer las graves presiones de las autoridades gubernamentales a través del organismo de control creado para tal fin: la llamada Asociación Patriótica. Si el Obispo acepta esta condición, debe registrarse como miembro de la Asociación y tolerar en adelante la intervención estatal en la vida de la Iglesia local a cambio de ciertas libertades para el apostolado, siendo forzados en ocasiones a tomar parte en actos que ponen en grave riesgo su plena comunión con la Santa Sede, como lo es la ordenación de obispos ilegítimos. Si un prelado no acepta la presión oficial, no es reconocido por las autoridades y deberá ejercer su ministerio en la clandestinidad, una condición que los acompaña literalmente hasta la tumba, como lo demostró el reciente fallecimiento de dos Obispos en las vísperas de la Asunción de la Santísima Virgen (ver noticia anterior).
El marcado constraste de los funerales de Mons. Paul Xie Tingzhe (izq) y Mons. Sylvester Li Jiantang, pone de manifiesto las restrictivas políticas de China en materia religiosa. Foto: AsiaNews. |
Mons. Sylvester Li Jiantang, Obispo emérito de Taiyuan y reconocido por las autoridades, falleció 13 horas antes que Mons. Paul Xie Tingzhe, Obispo de Urumqi. Debido al reconocimiento público de su ministerio, los restos del primer prelado fueron expuestos durante varios días para que los fieles locales pudieran despedirlo en una cultura que tiene gran consideración hacia los difuntos. Las exequias se celebraron el día 17 de agosto y el funeral se programó para el sábado 19 en su pueblo natal. El prelado fue descrito por las autoridades como Obispo, «Secretario de la Asociación Católica Patriótica de Shanxi» y «Miembro del Congreso Consultivo Político del Pueblo Chino», lo que le permitió recibir honores públicos.
Para los restos del Obispo subterráneo de Urumqi, las autoridades determinaron un trato distinto, publicado apenas dos horas después del fallecimiento del Obispo: Los restos no serían velados por más de 24 horas, la Eucaristía de exequias no podría durar más de media hora al igual que su funeral, llevado a cabo tras una apresurada cremación. Sólo un sacerdote fue autorizado para celebrar la Eucaristía y otro para acompañar el funeral . Dos sacerdotes más pudieron estar presentes pero no se les permitió concelebrar. Los 26 sacerdotes de la Diócesis no pudieron ingresar en la Catedral, ni se permitió tomar fotografías o videos de la Eucaristía, en la cual no pudieron participar tampoco los fieles.
A pesar de las limitaciones, los fieles locales llenaron el cementerio en la única oportunidad de rendir homenaje a su Obispo, mientras que policías infiltrados intentaban probar que los seglares seguían supuestas órdenes y que su duelo no sería auténtico. «Las autoridades hicieron todo para intentar despreciar al obispo como persona y devaluar su influencia en la sociedad», denunció una fuente anónima a AsiaNews.
Con información de AsiaNews.
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