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París (Viernes, 25-08-2017, Gaudium Press) En Francia, los íconos con la imagen de la Madre Admirable de Schoenstatt se multiplican. Ya hay 110 de estos oratorios peregrinando. Íconos como el que recibe períodicamente Blanca, quien pertenece al grupo «Hé aquí a tu madre», integrado por 10 personas. El oratorio de la Virgen permanece tres días por mes con cada miembro del grupo.
«Esta espiritualidad nos recuerda que María debe ser integrada en lo cotidiano de nuestras vidas», afirma Blanca. Ella gusta de colocar el ícono en la mesa de comer de su casa: «Bajo su mirada, las discusiones son más apacibles…»
«En este apostolado del santuario de la Visitación [ndr. otra forma de llamar las visitas a los hogares del ícono], hay una fuerza sorprendente, una intensidad de presencia comparable a aquella que hubo durante tres meses en la casa de Isabel y Zacarías», expresa el P. Jean Marie Moura, rector del Santuario de la Unidad, en Cambrai, una de las 200 copias del santuario original de Schoensttat que existen por el mundo.
Los testimonios de gracias recibidas por este apostolado en Francia son muchos.
«Ella cambió completamente mi vida», dice Claire, estudiante de 22 años, quien creó un grupo de jóvenes donde peregrina el ícono. Inquieta por ciertas preocupaciones, en contacto con el apostolado del ícono «al momento sentí una inmensa paz, como si se me dijese ‘no te angusties’. María me enseñó la confianza infinita en la bondad del Padre», se regocija ella.
A Leticia la Virgen le inspiró mayores sentimientos maternos: «Cuando conocí la Madre Peregrina, yo no era maternal. Ella me hizo comprender que era tiempo de cambiar antes de que fuera demasiado tarde para mis hijos. Le supliqué que me trajera la paz y que me enseñase a ser mamá. Ella conoce el fondo de mi corazón y lo ha trasformado. Vi la dulzura, la calma y la ternura maternas instalarse en mí». A través de una madre, se trasforma toda la familia.
Sor Marie-Angeline, de la comunidad de María de Schoensttat explica la divisa de esa familia de almas – «Nada sin ti, nada sin mí», que está también en la base de la espiritualidad del apostolado con el ícono: «Nosotros hacemos nuestra parte, ofreciendo a María toda acción», y ella hace el resto. «Nosotros somos como los brazos y las piernas de María», dice Virginia, responsable del apostolado del ícono en la Isla de Francia.
Con información de Famille Chrétienne
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