miércoles, 27 de noviembre de 2024
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La memoria de la vocación reaviva la esperanza, dijo el Papa

Ciudad del Vaticano (Viernes, 01-09-2017, Gaudium Press) En la Audiencia General del miércoles en la Plaza San Pedro el Pontífice desarrolló el tema: «La memoria de la vocación reaviva la esperanza».

Una ocasión en que Él puede concentrarse en la relación entre memoria y esperanza, con particular referencia a la memoria de la vocación:

Dinámica fundamental de la vida cristiana

«Recordarse de Jesús, del fuego de amor con el cual un día concebimos a nuestra vida como un proyecto de bien y reavivar con esta llama nuestra esperanza» es «una dinámica fundamental de la vida cristiana».

Explicando su afirmación, el Papa usó como ejemplo el llamado de los primeros discípulos de Jesús, una experiencia que quedó de tal forma impresa en sus memorias, que Juan ya anciano llegó hasta incluso a precisar la hora: «Eran cerca de 4 horas de la tarde».

Después del anuncio del Jordán por Juan Bautista, «Es el Cordero de Dios», Jesús gana dos nuevos jóvenes seguidores, a quienes pregunta: «¿Qué buscáis?». «Jesús aparece en los Evangelios como un especialista de corazón humano. En aquel momento, había encontrado dos jóvenes que estaban buscando, con una saludable inquietud», dijo Francisco para, luego destacar:

«¿En efecto, qué juventud es una juventud satisfecha, sin una búsqueda de sentido? Los jóvenes que no buscan nada no son jóvenes, están jubilados, envejecieron antes de tiempo. Es triste ver jóvenes jubilados. Y Jesús, en todo el Evangelio, en todos los encuentros que le suceden a lo largo del camino, aparece como un ‘incendiario’ de los corazones».

¿Qué buscáis?

Fue por eso, dijo, que Jesús hizo la pregunta «¿qué buscáis?». Él tenía como intención «hacer emerger el deseo de vida y de felicidad que cada joven trae dentro».

Por eso también fue que Francisco preguntó a los jóvenes que se encontraban en la Plaza y a los que lo seguían en los medios:
«¿Tú, que eres joven, qué buscas? ¿Qué buscas en tu corazón?»

Francisco explicó que fue de ese modo que comenzó la vocación de Juan y de Andrés. «Fue un encuentro tan emocionante, tan feliz, que los discípulos recordarán para siempre aquel día que iluminó y orientó su juventud», destacó. De allí nació una amistad tan fuerte con Jesús, que creó una comunión de vida y de pasión con Él que los transformó luego en misioneros, tanto que sus hermanos Simón y Santiago también pasan a seguir a Jesús.

La vocación en este mundo

La vocación en este mundo puede ser descubierta de diferentes maneras, dijo el Pontífice, «pero el primer indicador es la alegría del encuentro con Jesús» hablando de ejemplos:

«Matrimonio, vida consagrada, sacerdocio: cada vocación verdadera inicia con un encuentro con Jesús que nos da alegría y una esperanza nueva; y nos conduce, incluso en medio a las pruebas y dificultades, a un encuentro siempre más pleno, crece, aquel encuentro, mayor, el encuentro con Él y a la plenitud de la alegría».

«El Señor no quiere hombres y mujeres que lo sigan de mala voluntad, sin tener en el corazón el viento de la alegría», observa Francisco, preguntando a sus oyentes: «¿Ustedes, que están en la plaza, ustedes tienen el viento de la alegría? Cada uno se pregunte: ¿Yo tengo dentro de mí, en el corazón, el viento de la alegría?»

Vocaciones, pruebas, vientos contrarios

«Ciertamente, existen pruebas en la vida, existen momentos en que es necesario seguir adelante no obstante el frío y los vientos contrarios. Sin embargo los cristianos conocen el camino que conduce a aquel fuego sagrado que los encendió una vez para siempre», destacó el Papa, para luego alertar para no ser dada atención a quien saca el entusiasmo y la esperanza, sino es necesario soñar:

«Pero por favor, recomiendo: no demos oídos a las personas desilusionadas e infelices; no escuchemos a quien recomienda cínicamente para no cultivar esperanzas en la vida; no confiemos en quien apaga al nacer cada entusiasmo, diciendo que ninguna empresa vale el sacrificio de toda una vida; no escuchemos ‘viejos’ de corazón que sofocan la euforia juvenil. ¡Busquemos los viejos que tienen los ojos brillantes de esperanza! Cultivemos, al contrario, sanas utopías: Dios nos quiere capaces de soñar como Él y con Él, mientras caminamos bien atentos a la realidad. Soñar un mundo diferente. Y si un sueño se apaga, volver a soñarlo de nuevo, yendo con esperanza a la memoria de los orígenes, aquellas brasas que, tal vez, después de una vida no tan buena, están escondidas bajo las cenizas del primer encuentro con Jesús». (JSG)

(De la Redacción Gaudium Press, con informaciones RV)

 

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