Rímini (Martes, 12-09-2017, Gaudium Press) Un llamado de alerta de gran importancia fue realizado por el Administrador Apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén, Mons. Pierbattista Pizzaballa, durante una exposición en el Meeting de Rímini, en Italia. Según el prelado, el escenario actual del cristianismo global enfrenta un problema de grandes dimensiones: la fe no está siendo transmitida a las nuevas generaciones. Esta interrupción de la tradición cristiana representa una pérdida de gigantescas proporciones: ya que la tradición es «lo que hemos recibido de nuestros padres en la fe, nada menos que la verdad sobre el hombre y sobre la historia», y «nuestra época se caracteriza por la ruptura con la tradición».
Mons. Pierbattista Pizzaballa, Administrador Apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén. Foto: LPJ |
Esta amenaza para la transmisión de la fe proviene de causas culturales como en Occidente o, como es el caso de Medio Oriente, por los conflictos armados que «han destruido el tejido social, cultural y religioso y han destrozado esa continuidad generacional en la transmisión de la fe», denunció Mons. Pizzaballa, según reportó Religión en Libertad. Para afrontar este mal, los cristianos están llamados a renovar su testimonio, ya que la fe no es simplemente un contenido, sino «es Dios, es nuestra relación con Él, es todo lo que procede de esa conciencia, la idea de hombre y de humanidad, del mundo y de lo creado, de la cultura y de todo lo que construye el hombre».
El panorama de una cultura sin tradición es el de una sociedad huérfana, carente de memoria e identidad. Los cristianos de hoy deben «captar el sentido, el motivo y el deseo que animaron a nuestros padres y hacerlo comprensible al hombre de nuestro tiempo». Sobre esta comunicación de la fe, el prelado aclaró que la fe no consiste únicamente en » valores sublimes, en una buena ética, en una perspectiva de perfección» que se puede llegar a encontrar en personas sin fe. «Nuestra herencia es la Pascua, la vida nueva, la vida de Dios en nosotros», recordó Mons. Pizzaballa. «Es de esto de lo que tenemos sed y el mundo tiene sed, y cuando esto llega, llega también la alegría».
Además, el Administrador Apostólico indicó que el creyente no debe temer ante el poder cultural de las ideologías ni de las modas, porque la fe tiene un mensaje original y un aporte de novedad para cualquier ámbito de la cultura, de la técnica y de la educación. Pero para lograr ese fin debe recordarse que no es útil para nadie «un cristianismo puramente moral e impersonal», ni tampoco ayuda «hablar de valores cristianos sin decir que Cristo es lo mejor que uno puede encontrarse en la vida».
«La Biblia comienza en un jardín y termina en una ciudad. Comienza en un lugar hecho solo por Dios y concluye en un lugar donde la obra de Dios se trenza necesariamente con la obra del hombre: la Jerusalén del Apocalipsis, la ciudad que desciende del cielo, una creación que Dios no quiere edificar sin la ayuda del hombre», concluyó Mons Pizzaballa. «Por eso consigna a cada cual sus talentos, a unos cinco, a otros tres, a otros uno. Nuestra tarea es convertirlos en ladrillos de la nueva Jerusalén».
Con información de Religión en Libertad.
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