Beijing (Martes, 12-09-2017, Gaudium Press) Un análisis de las nuevas normativas del gobierno de China publicado por la Administración Estatal para Asuntos Religiosos realizado por el P. Bernardo Cervellera, director de la agencia noticiosa AsiaNews, revela lo que podría ser un oscuro panorama para la vida de la Iglesia en el futuro próximo. «Los nuevos reglamentos sobre las actividades religiosas tienen como finalidad aniquilar las comunidades subterráneas y sofocar a las comunidades oficiales, haciendo imposible cualquier misión abierta», declaró el sacerdote, miembro del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras y experto en la situación de la Iglesia en Oriente.
«El despertar religioso de China ya está fuera de control», afirmó el P. Cervellera. Foto: Olaer / Elmer Anthony |
«El nuevo texto no cambia mucho del borrador pero, si fuera posible, es todavía peor», explicó el P. Cervellera. «Los pocos artículos añadidos (nosotros contamos tres) empeoran la lista de supuestas amenazas y desviaciones que pueden venir de las religiones», acrecentando la desconfianza oficial frente a las prácticas religiosas y trayendo consecuencias para los creyentes del país. Los muy pocos hechos delictivos con motivación religiosa que se han producido en el país son citados repetidamente en el documento para justificar las prohibiciones.
Las disposiciones insisten en la tesis que sólo un control estrecho por parte de las autoridades a todos los niveles nacionales y locales permite que las actividades religiosas sean aceptables. Los funcionarios de asuntos religiosos son llamados a «trabajar», «organizar», «verificar» y «controlar» las actividades de los fieles. Estas actividades se realizan de manera concreta en China a través de la instalación de cámaras de vigilancia en los templos y otros lugares, fuertes medidas de seguridad en las celebraciones especiales e incluso el empleo de perros antinarcóticos para la vigilancia de los fieles y peregrinos. «Se debe notar que tales controles se implementan incluso para las comunidades oficiales, reconocidas por el Estado y que se comportan ya según las indicaciones del ministerio», subrayó el P. Cervellera.
Las comunidades de fieles clandestinas o subterráneas deben ser erradicadas según las normativas, que contemplan cuantiosas multas para actividades no autorizadas (de 100 mil a 300 mil yuanes) o llevadas a cabo en lugares no autorizados (50 mil yuanes), así como para los viajes al extranjero no autorizados con fines como la formación religiosa o peregrinaciones (de 20 mil a 200 mil yuanes). Los lugares empleados para dichas actividades pueden ser clausurados y expropiados. La celebración de actividades religiosas o la predicación de la fe en las escuelas es catalogado como proselitismo y acarrea una corrección y advertencia de las autoridades que, de ser ignoradas, culminaría con el cierre de inscripciones y la cancelación de los permisos educativos.
Las normas entrarán en vigor el 01 de febrero de 2018 y desde ahora numerosos sacerdotes están recibiendo visitas con el fin de presionarlos a registrarse ante la Oficina de Asuntos Religiosos, lo que los hace de manera automática miembros de la Asociación Patriótica a la cual han evitado afiliarse para mantener su independencia de las autoridades y garantizar su obediencia a la Santa Sede. Para el P. Cervellera, estas políticas son signo de la gravedad de la restricción de la libertad religiosa en el país, pero también de las dificultades que tiene el gobierno ante el crecimiento de la fe: «Se proclama el control, pero el despertar religioso de China ya está fuera de control», concluyó.
Con información de AsiaNews.
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