Washington (Viernes, 15-09-2017, Gaudium Press) «Los católicos no deben temer defender lo bueno y bello, ese es nuestro derecho de nacimiento como nos lo recuerda San Agustín», afirmó el redactor estadounidense Paul Krause en un artículo para la revista Crisis Magazine. Inspirado en uno de los recuerdos compartidos por el Santo en su célebre libro La Confesiones, Krause recordó que el apetito por la belleza es innato en el ser humano por ser creado a imagen de Dios y que una parte importante de los males de la actualidad están relacionados con el rechazo de lo bello y elevado en la cultura.
San Agustín, por Philippe de Champaigne. |
«La belleza es algo que nos llama a alturas más elevadas», afirmó Krause, quien citó los comentarios de San Agustín sobre su remordimiento por haber robado una pera de un árbol de un vecino junto a un grupo de amigos en su juventud. El hecho, una travesura sin mucho sentido ni gravedad (la pera fue arrojada a unos cerdos), no produjo felicidad en San Agustín, debido a que «no había belleza (en ello) porque fue un robo». Su conciencia le indicó de una manera estética, la negación de lo bello, la inmoralidad del acto que en lugar de elevarlo lo distanciaba de Dios.
La experiencia de la admiración de la belleza, que conduce a lo sublime es descrita por Krause como «una participación con el Logos, la participatio Trinitatis que Agustín y otros Padres latinos describen en sus escritos». A través de la participación de lo divino «nuestros corazones son puestos en un viaje ascendente» en palabras de San Agustín. La contemplación prepara la participación «con el Logos, con la Palabra que es Cristo». «La belleza es un llamado a la razón, a la contemplación, al poner la propia vida en orden, juega un papel integral en la restauración de la imago Dei (la imagen de Dios)».
La vivencia actual de muchas personas contradice estos principios, explicó el redactor, justo en tiempo calificados como «la edad de la razón». Los deseos desordenados y el relativismo frente al bien y el mal, la belleza y la fealdad, acalla la voz de la razón moral en el interior de los hombres y sustituye la auténtica racionalidad. «Los nuevos profetas de la ‘razón’ no son más que profetas de la concupiscencia separada de la razón que nos alientan mientras nos sumergimos en las profundidades oscuras de la alienación mientras afirmamos que esto o aquello es ‘razonable’ y ‘bello’ de forma muy similar a como los romanos celebraban el suicidio de Lucrecia y afirmaban que ese acto era un bello reflejo de la virtud», declaró.
Por estos motivos, los creyentes deben defender la auténtica búsqueda de la belleza que apunta hacia Dios. «Este es el llamado del Espíritu, la invitación a cultivar la virtud y participar con la creatividad de la vida misma que crea una belleza aún mayor», concluyó. «Es pertinente para la salvación de nuestras almas y la lucha por el futuro de nuestra cultura que seamos despertados de nuestro malestar moral por el resplandor de la belleza».
Con información de Crisis Magazine.
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