Redacción (Viernes, 21-09-2017, Gaudium Press) El gótico es, antes que nada, un vuelo de espíritu. Estilo característicamente medieval, fue engendrado por generaciones de Fe, cuyo mayor deseo era erigir templos a la altura de su finalidad: abrigar el Santísimo Sacramento, celebrar diariamente la Sagrada Eucaristía, prestar homenaje a la Santísima Madre de Dios y a los santos. Innúmeras son las construcciones esparcidas por Europa que todavía hoy nos hacen conocer la armonía perfecta, la elegancia y la ligereza que la piedra trabajada y el vidrio colorido son capaces de transmitir.
Deseoso de expresar a través de lo bello su amor a Dios, el hombre medieval escribió el Evangelio en piedra y vidrio, de modo que todos, grandes y pequeños, alfabetizados y analfabetos, pudiesen, por los siglos, conocer mejor a Nuestro Señor.
Consideremos, por ejemplo, la catedral de Reims, localizada en la región de la Champagne, en Francia. Está erguida en el lugar donde fue bautizado Clodoveo, rey de los Francos, al final del siglo V, acontecimiento que tornó Reims la ciudad en la cual los reyes franceses eran coronados, además de marcar en las páginas de la historia el surgimiento de la primera nación católica del mundo.
La construcción del edificio que actualmente allá se contempla tuvo inicio en 1211, y la parte esencial de la Catedral fue completada en menos de un siglo, lo que para la época era de una considerable rapidez. El interior fue terminado al final del siglo XIII. Infelizmente, innúmeras dificultades intervinieron y el exterior no llegó a ser concluido. Le faltan las torres, que cada admirador puede construir en su propia imaginación.
Quien traspone sus umbrales tiene la impresión de salir de esta tierra. Arcadas y ojivas forman un conjunto de incomparable armonía, y el colorido de los vitrales como que esparce por el piso piedras preciosas de rara belleza. Su interior nos incita al recogimiento y la meditación, al mismo tiempo que nos invade una alegría verdaderamente sobrenatural. El gótico es un arte constituido sobre todo de elevación de espíritu, de Fe y de amor a Dios.
Por la Hermana Carmela Werner Ferreira, EP
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