Washington (Martes, 26-09-2017, Gaudium Press) El Santuario del Sagrado Rostro en Manoppello, Italia, conserva y venera una pieza de tela que según la tradición fue dispuesto a manera de velo sobre el rostro de Cristo en su sepultura, sobre el cual se habrían puesto el Santo Sudario que se conserva en Oviedo, España, y la Sábana Santa de Turín, que cubrió el cuerpo del Mesías en su totalidad. Tras una peregrinación a este Santuario, también visitado por el hoy Papa emérito Benedicto XVI, el P. Dwight Longenecker, célebre converso estadounidense, publicó una reflexión sobre cómo encontrar el rostro de Cristo en la actualidad.
Sagrado Rostro de Manoppello, Italia. Foto: Ligon Manuel |
La experiencia de contemplar la misteriosa imagen de Cristo, llegada al lugar a través de un peregrino anónimo en 1508, y visitar el museo local en el cual se conservan diversas obras de arte que retratan el rostro del Hijo de Dios, el sacerdote expuso cómo la Iglesia ofrece maneras seguras de encontrar el rostro de Cristo en medio de un tiempo en que muchas personas ofrecen visiones diversas e incluso contradictorias sobre la identidad de Jesucristo. «Con todas las diferentes versiones de Jesús, ¿cómo sabemos que estamos encontrando a Cristo y no sólo nuestra propia idea de quién es Jesús?», invitó a reflexionar el P. Longenecker.
Como guía para los fieles, el sacerdote enumeró cinco caminos «no sólo enseñados en el Catecismo de la Iglesia Católica, sino en el Evangelio mismo» a través de los cuales los creyentes obtienen un camino seguro hacia el encuentro con Jesús. El primer camino destacado por el P. Longenecker es la comunidad de creyentes misma, que participa de la comunión de la Iglesia. «Jesús afirmó: ‘Donde quiera que dos o tres se unana en mi nombre, allí estaré en medio de ellos'», recordó. «De esta forma yo experimento a Cristo dentro y a través de la Iglesia. Es en mis compañeros creyentes y en nuestra Adoración conjunta que conocemos a Cristo. Mi propia experiencia subjetiva debe ser validada por la realidad corporal de Cristo en la Iglesia».
«El segundo camino es a través de las Especies Eucarísticas», agregó el sacerdote, quien recordó que Cristo mismo expuso la identificación del Sacramento con su propio Cuerpo y Sangre. «Es bastante sencillo. Conocemos a Cristo a través de la Comunión y a través de la Adoración Eucarística. En esa acción nos movemos fuera de nosotros y hacia dentro de la comunión con la realidad objetiva de Cristo en la Eucaristía». De manera conjunta de los dos caminos anteriores emerge una tercera vía: Conocemos a Cristo a través de la figura del sacerdote, elegido y enviado como Cristo fue enviado a los hombres por designio de Dios Padre. A pesar las limitaciones y defectos humanos, en virtud del envío de Cristo «vemos a Cristo cuando ese frágil y humano sacerdote está celebrando la Eucaristía, oyendo confesiones y haciendo lo que sólo los sacerdotes pueden hacer», indicó.
Un cuarto camino para encontrar a Cristo es el contacto con las Sagradas Escrituras. Siendo Jesús la Palabra hecha carne, «llegamos a conocer a Cristo a través del estudio de la Escritura y el escuchar la palabra de Dios. He aquí otro ‘misterio de divinidad’: Dios me habla a través de la meditación de su Palabra». Finalmente, la Iglesia enseña que el rostro de Cristo puede hallarse en los más necesitados, por lo cual los creyentes están llamados a realizar personalmente obras de caridad. «No escriba simplemente un cheque a su beneficencia favorita. Salga y encuéntrese con ellos, y se encontrará con Cristo», exhortó el P. Longenecker.
El sacerdote recordó que estas cinco vías, presentes y recomendadas por la Iglesia, son un camino seguro para buscar un encuentro directo con Cristo. Dejar de lado estas formas de contemplar al Hijo de Dios pone a los creyentes en riesgo de «confundir una pobre imitación con lo verdadero».
Con información de National Catholic Register.
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