Washington (Sábado, 30-09-2017, Gaudium Press) El P. Nicolás Konrad, sacerdote greco católico ucraniano durante la dictadura comunista soviética, recibió una llamada para auxiliar a un enfermo el 26 de junio de 1941. Sin conocer que se cernía una amenaza, el presbítero pidió la compañía del cantor parroquial Volodymyr Pryjma y salió a cumplir los deberes de su apostolado. De regreso a la parroquia fueron detenidos por agentes de la policía secreta y martirizados en el bosque.
La historia de la trágica muerte del sacerdote y cómo, siendo un clérigo casado bajo las normas de las Iglesias orientales, dejó una viuda y cuatro hijos huérfanos, era conocida y plenamente documentada. De lo que no quedó registro fue del paradero de su sotana, que vestía el día de su martirio y que se empapó de su sangre en el momento de su muerte, convirtiéndose en una importante reliquia. «Por supuesto todos lo consideraban un mártir, lo consideraban un Santo en la familia», relató a CNA el Dr. George Isajiw, nieto del mártir beatificado por San Juan Pablo II en 2001.
Justamente cuando la noticia de que el sacerdote sería elevado a los altares fue confirmada, una hermana del Dr. Isajiw recordó que un vestido de su abuela tenía una conexión especial con el Beato. «Lo examinamos cuidadosamente, miramos en los bolsillos, y allí estaban los agujeros de las balas», relató el médico. «Esta es su sotana. La sotana que él vestía cuando fue asesinado».
En una audaz ocurrencia, la mujer decidió ocultar la reliquia a la vista de todos, y dio forma a la sotana para hacerla pasar por un vestido suyo, cortando las secciones donde se encontraban los agujeros de ingreso y salida de la bala que puso fin a su vida y ocultándolas dentro de los bolsillos. «Ella hizo de ella (la sotana) un vestido para sí misma, de forma que al poner la mano dentro de los bolsillos podía sentir los agujeros de las balas», explicó el Dr. Isajiw. La mujer se refugió con una familia católica en Bavaria y luego emigró a Estados Unidos junto a su familia, donde murió en 1955. Vistió la sotana del mártir hasta el final de su vida.
El Beato Nicolás Konrad pudo haber evitado su martirio de haber huido del país , lo cual era posible por contar con familiares que le ofrecían documentos para emigrar a Alemania. En su lugar, prefirió quedarse junto a sus feligreses y predicar que debían mantener la esperanza y no temer, en un célebre sermón a tan sólo cuatro días de su muerte. Mientras que los soldados soviéticos se retiraban ante el ataque de fuerzas alemanas, Nikita Khrushchev, enviado de Stalin a Ucrania, dio orden de disparar a los sacerdotes antes de dejar el lugar.
«Él dijo que todas nuestras vidas habían cambiado. La guerra había iniciado», recordó el Dr. Isajiw sobre el sermón de su abuelo. «¿Quién sabía que pasaría? Pero nosotros no cambiaríamos. Nos mantendríamos haciendo lo que hacíamos, cuidando de nosotros, cuidando de nuestras familias, sin entrar en pánico y sin cambiar nuestra forma de vida, confiando en Dios». Por su notable talento para los estudios, el Beato Nicolás Konrad es considerado localmente patrono de los estudiantes y su causa de canonización es promovida por la Universidad Católica Ucraniana en Lviv.
Con información de CNA.
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