En la conmemoración de los fieles difuntos es posible sacar un alma del Purgatorio

Redacción (Jueves, 02-11-2017, Gaudium Press) El 2 de noviembre la Iglesia Católica conmemora a todos los fieles difuntos, siendo una ocasión propicia para interceder por los seres queridos fallecidos. En esta fecha especial es posible ganar la indulgencia plenaria para un alma que se encuentre en el Purgatorio.

Esto gracias a una determinación del beato Papa Pablo VI en la Constitución Apostólica ‘Indulgentiarum Doctrina’ que en la norma 15 indica: «En todas las iglesias, oratorios públicos o-por parte de quienes los empleen legítimamente- semipúblicos, puede ganarse una indulgencia aplicable y solamente en favor de los difuntos, el día 2 de noviembre».

Para lucrar la indulgencia es necesario visitar piadosamente un templo, rezando allí el Padre Nuestro y el Credo, con la firme intención de evitar cualquier pecado venial y mortal, y cumpliendo las condiciones habituales: acercarse al sacramento de la Reconciliación, recibir la Comunión Eucarística, y orar por las intenciones del Santo Padre. Todo ofreciéndolo por el alma del difunto por el cual se quiere interceder.

Tales condiciones pueden cumplirse unos días antes o después de la fiesta de la conmemoración de los fieles difuntos, pero se recomienda que la Comunión y la oración por las intenciones del Papa se realicen el mismo día.

Quien visite un cementerio del 1 al 8 de noviembre puede sacar cada día un alma del Purgatorio / Foto: Luisca por Cathopic.

Un alma del Purgatorio cada día entre el 1 y 8 de noviembre

Pero no sólo el 2 de noviembre puede obtenerse la indulgencia para los difuntos. Si se visita un cementerio desde el 1º al 8 de noviembre es posible sacar un alma del Purgatorio cada día.

Para obtener esta indulgencia se requiere visitar piadosamente un cementerio y orar por los difuntos, con el firme propósito de querer evitar cualquier pecado; y cumpliendo las condiciones establecidas.

Como bien se recuerda en ‘Indulgentiarum Doctrina’, «con una sola confesión sacramental se pueden ganar muchas indulgencias plenarias; en cambio, con una sola comunión eucarística y con una sola oración por las intenciones del Sumo Pontífice solamente se puede ganar una indulgencia plenaria».

La indulgencia

La indulgencia «es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en lo referente a la culpa que gana el fiel, convenientemente preparado, en ciertas y determinadas condiciones, con la ayuda de la Iglesia, que, como administradora de la redención, dispensa y aplica con plena autoridad el tesoro de los méritos de Cristo y de los santos», como señala la Constitución Apostólica del beato Pablo VI.

El Papa Francisco, en octubre de 2013, habló de lo valiosa que es la oración de intercesión de los bautizados por los fieles difuntos: «Todos los bautizados en la tierra, las almas del Purgatorio y todos los beatos que están ya en el Paraíso forman una única Familia. Esta comunión entre tierra y cielo se realiza sobre todo en la oración de intercesión».

Es lo que el Papa Clemente VI llamó el «tesoro de la Iglesia», que Pablo VI retomó con la ‘Indulgentiarum Doctrina’: «Así resulta el ‘tesoro de la Iglesia’ (…) es el infinito e inagotable precio que tienen ante Dios las expiaciones y méritos de Cristo, ofrecidos para que toda la humanidad quedara libre del pecado y fuera conducida a la comunión con el Padre (…) A este tesoro también pertenece el precio verdaderamente inmenso e inconmensurable y siempre nuevo que tienen ante Dios las oraciones y obras buenas de la bienaventurada Virgen María y de todos los santos, que (…) se santificaron ellos mismos, y perfeccionaron la obra recibida del Padre; de suerte que, realizando su propia salvación, también trabajan en favor de la salvación de sus hermanos, en la unidad del Cuerpo místico».

Con información de Vatian.va y Religión en Libertad.