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Bogotá (Jueves, 02-11-2017, Gaudium Press) Monseñor Daniel Falla, obispo de Soacha, hablando de los trabajos que adelanta la Asamblea Extraordinaria de la Conferencia Episcopal de Colombia tras la Visita reciente que el Papa hizo al país, afirmó que ese periplo del Pontífice «ha pasado primero por la vida de nosotros. (…) Compartimos continuamente esa expresión gozosa de las personas» con ocasión de la visita del Papa. «Ahora estamos analizando las líneas fundamentales que el Santo Padre nos ha dejado como retos para trabajar en las diferentes jurisdicciones» expresó el prelado.
«Indudablemente nos tomará mucho tiempo llegar a poner por obra todo lo que el Santo Padre nos pide, pero ha sido un enriquecimiento en un diálogo fraterno y sobre todo una sensibilidad acerca de cómo eso que nos ha dicho el Papa y su testimonio de vida no lo podemos dejar pasar, sino que tiene que impactar en el pueblo colombiano y de manera especial en cada una de nuestras comunidades», recalcó.
Acerca de la insistencia de propiciar una «cultura del encuentro» hecha por el Papa en el país andino, Mons. Daniel Falla explicó que eso se traduce en actos concretos como «salir a buscar al otro, a escuchar al que tiene una opinión diversa y tratar de descubrir que es lo que el otro piensa. Yo pienso que en esta época pre-electoral que precisamente nos ha traído tanta desunión en nuestra Patria, pues qué bueno poder nosotros abrir esos espacios de ‘encontrémonos, escuchémonos. ¿Qué es lo que otro está pensando? ¿Por qué piensa así? ¿Qué es lo que el otro busca con esta manera de expresarse?’ Yo pienso que es allí donde tenemos que aterrizar lo que el Santo Padre nos ha pedido».
Por su parte Mons. Juan Vicente Córdoba, Obispo de Fontibón y presidente de la Comisión Vida de la Conferencia Episcopal, señaló que «el Papa dejó calientico al pueblo colombiano con su predicación. Yo diría que fue una exuberancia maravillosa, una efusión del Espíritu Santo aprovechando los dones del Papa. El Espíritu Santo se desplegó por Colombia y abrió sus alas, y dejó a un pueblo que estaba herido con un bálsamo cicatrizante. Dejó a un pueblo que estaba solo y triste, acompañado y en proceso. Y dejó a un pueblo que estaba frío -porque ya la fe también se iba enfriando- lo dejó nuevamente con motores de calentamiento. Entonces los obispos decimos: esto no lo podemos perder, son gracias actuales de Dios, son momentos salvíficos».
No es armar retazos
Acerca de una restauración de Colombia, y en sintonía con los mensajes del Papa, Mons. Córdoba indicó que «no se trata de armar retazos, curar heridas de una porcelana rota, ni hacer un remiendo de lo que se abrió en el camino por accidentes en el país. Se trata de algo nuevo, se trata de una vida nueva en Cristo. Entonces, el proceso es anunciar a Jesús como único camino -es un pueblo que necesita un nuevo anuncio, que no está evangelizado y damos por hecho que está evangelizado y no está evangelizado- (…) toca re-evangelizar, nueva evangelización. Entonces una línea de acción es comenzar el primer anuncio del kerigma, es decir a Jesucristo muerto y resucitado, y tocar corazones. Esa es la primera etapa que vamos a hacer».
«Con ese tocar corazones viene la respuesta, porque el Espíritu actúa, y ahí sí catequizar. Catequizar en vida, catequizar en familia, catequizar en las catequesis del itinerario de los sacramentos, catequizar en reconciliación, paz, amor y perdón. [El problema de] Colombia no se soluciona solamente pidiéndonos perdón. En Colombia se necesita una gracia que actúe en una nueva relación, un nuevo acercamiento y un nuevo tejido social. Esto lo hace el Espíritu y lo hace también cada persona y cada comunidad y cada parroquia», expresó el prelado.
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