Redacción (Jueves, 02-11-2017, Gaudium Press) En el mundo católico se celebró el 1º de noviembre la solemnidad litúrgica de Todos los Santos, cuando son recordados y reverenciados en su todo «los electos que se encuentran en la gloria de Dios», hayan ellos sido o no canonizados por la Iglesia.
Historia
Las conmemoraciones de Todos los Santos tuvieron su inicio en las Iglesias de Oriente. Ellas fueron, ya en el siglo IV, las primeras a reverenciar en una fecha previamente establecida la memoria de aquellos que eran considerados electos y que «reposaban en el seno de Abraham». Y este recuerdo conmemorativo para reverenciar «todos los santos» era realizado en el contexto alegre del tiempo pascual.
En Occidente, una celebración semejante a este recuerdo de Todos los Santos fue introducida por el Papa Bonifacio en el distante día 13 de mayo de 610, ocasión en que el Pontífice dedicó a la Santísima Virgen y a todos los santos mártires el Panteón de Roma. Una dedicación que pasó a ser conmemorada todos los años y que se esparció por todo el mundo.
Las diversas Iglesias comenzaron, entonces, a realizar esta conmemoración de «Todos los Santos» con el contenido de preces y ceremonias muy semejantes, sin embargo, en fechas y ocasiones diferentes.
El cambio del día de esta conmemoración comenzó con el abad inglés Alcuíno de York, profesor de Carlomagno, cerca del año 800.
Los paganos celtas entendían el día 1º de noviembre como un día de conmemoración que anunciaba el inicio del invierno. Cuando ellos se convertían, querían continuar con la tradición de la fiesta. Así, la veneración de Todos los Santos recordando a los cristianos que murieron en estado de gracia fue instituida el día 1° de noviembre.
La elección de esta fecha acabó por generalizarse progresivamente en el Imperio de Carlomagno, hasta tornarse obligatoria en el reino de los Francos, en el tiempo de Luís, el Pío, en los idos tiempos del año de 835. Lo que, con mucha probabilidad, ocurrió, después de un pedido del Papa Gregorio IV (790-844).
El papa Gregorio IV, en 835, fijó y extendió para toda la Iglesia la conmemoración al 1º de noviembre.
Oficialmente, el cambio del día de la fiesta de Todos los Santos, del 13 de mayo para el 1º de noviembre, solo fue decretado en 1475, por el papa Sixto IV.
Día de los Fieles Difuntos
La Solemnidad de Todos los Santos da mucho sentido a los homenajes que son prestados a los «Fieles Difuntos que nos precedieron con la señal de la Fe» en el «Día de Finados» que ocurre luego al día siguiente, es decir hoy.
Esta conmemoración de la memoria de aquellos que «nos precedieron con la señal de la Fe» remonta al final del primer milenio:
El Abad de Cluny, Santo Odilão, en el año 998, determinó que en todos los monasterios de su Orden, en la fecha posterior a Todos los Santos, fuesen recordados y reverenciados todos los fieles difuntos que nos precedieron con la señal de su Fe ‘desde el principio hasta el fin del mundo’.
Esta fue una costumbre piadosa que deprisa se generalizó en los medios católicos. En el siglo XIV la costumbre fue oficializada por Roma y en el siglo XV fue concedido a los dominicos de Valencia, en España, el privilegio de celebrar tres Misas en este día, práctica que se difundió en los dominios españoles y portugueses y además en Polonia.
Durante la I Guerra Mundial, el Papa Benedicto XV, en 1915, generalizó esa conmemoración al recomendarla para toda la Iglesia.
(João Sérgio Guimarães, para Gaudium Press)
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