Ciudad del Vaticano (Lunes, 06-11-2017, Gaudium Press) Después de estar en el Cementerio de Nettuno donde celebró la Misa de Finados el día 2 de noviembre, el Santo Padre fue al memorial nacional italiano conocido como Fosas Ardeatinas y allá estuvo para un instante de oración recordando las almas de aquellos que allí fueron muertos.
Como se sabe, las Fosas Ardeatinas se localizan donde, el 24 de marzo de 1944, 335 civiles y militares fueron muertos por soldados de las tropas de ocupación nazi. El hecho se dio como represalia a propósito de un atentado hecho contra una patrulla del regimiento Bozen, cuando fueron muertos 33 soldados alemanes. Durante el recorrido, el Pontífice estuvo acompañado por oficiales del ejército italiano que le explicaron los acontecimientos de aquel día de 1944.
Francisco estuvo por cerca de cinco minutos en el interior de las grutas rezando en el lugar donde se dio el crimen. Después el Papa caminó por corredores de piedra del Memorial y llegó al lugar donde están las tumbas de las víctimas y allí depositó una rosa blanca.
Antes de dejar el lugar, el Santo Padre dejó escrito en el Libro de Honra las siguientes palabras: «Estos son los frutos de la guerra: odio, muerte, venganza. Perdónalos, Señor».
Oración
Allí Francisco rezó: «Dios de Abraham, de Isaac, Dios de Jacob, con este nombre te presentaste a Moisés cuando le revelaste la voluntad de liberar a tu pueblo de la esclavitud de Egipto. Dios de Abraham, Dios de Isaac y de Jacob, Dios que hace alianza con el hombre, Dios que se une con un pacto de amor fiel para siempre, misericordioso y compasivo con cada hombre y cada pueblo que sufre opresión. «Observé la miseria de mi pueblo, oí su grito, conozco sus sufrimientos»».
«Dios de los rostros y los nombres, Dios de uno de los 335 hombres asesinados aquí, el 24 de marzo de 1944, cuyos restos reposan en estos túmulos. Tú, Señor, conoces sus caras y sus nombres: todos, también los 12 que continúan desconocidos para nosotros. Para ti, ninguno es desconocido».
«Dios de Jesús, Padre nuestro que estás en los Cielos: gracias a Él, el Crucificado resucitado, nosotros sabemos que tu nombre – Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob – quiere decir que no eres el Dios de los muertos, sino de los vivos, que tu alianza de amor fiel es más fuerte que la muerte y es garantía de resurrección».
«Haz, Señor, que en este lugar consagrado a la memoria de los caídos por la libertad y la justicia, saquemos los calzados del egoísmo y de la indiferencia y por medio de la zarza ardiente de este museo, escuchemos en el silencio tu nombre: Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, Dios de Jesús, Dios de los vivos. Amén». (JSG)
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