Ciudad del Vaticano (Jueves, 09-11-2017, Gaudium Press) En el día en que la Iglesia conmemora la Consagración de la Basílica de San Juan Letrán, 9 de noviembre, el Papa Francisco trató de este acontecimiento en su homilía durante la Santa Misa celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta, en la mañana de este jueves.
Tres palabras: edificar, custodiar y purificar la Iglesia sirvieron de rumbo a las palabras del Papa en la misa de hoy. Sintéticamente, aquí colocamos el pensamiento expresado por el Pontífice.
Edificar la Iglesia
«Edificar la Iglesia»: su fundamento Jesucristo:
«Él es la piedra angular en este edificio. Sin Jesucristo, la Iglesia no existe. ¿Por qué? Porque no hay fundamento. Y si construimos una iglesia – pensemos en una iglesia material – sin fundamento, ¿qué sucede? Cae. Cae entera. Si no está Jesucristo vivo en la Iglesia, ella cae», dijo Francisco, para en seguida preguntar:
¿Y nosotros, qué somos? «Somos piedras vivas», respondió el propio Francisco, agregando que somos piedras no iguales, cada una diferente, porque «esta es la riqueza de la Iglesia. Cada uno de nosotros construye según el don que Dios dio. No podemos pensar en una Iglesia uniforme: eso no es Iglesia».
Custodiar la Iglesia
«Custodiar la Iglesia» con la consciencia de que el Espíritu de Dios habita en nosotros:
«¿Cuántos cristianos hoy saben quién es Jesucristo, saben quién es el Padre – porque rezan el Padre Nuestro? Pero cuando usted habla del Espíritu Santo… «Sí, sí… ah, es la paloma, la paloma» y para allí. Pero el Espíritu Santo es la vida de la Iglesia, es su vida, es mi vida…. Nosotros somos templo del Espíritu Santo y debemos custodiar el Espíritu Santo, a tal punto que Pablo aconseja a los cristianos «a no entristecerlo», esto es, no tener una conducta contraria a la armonía que el Espíritu Santo hace dentro de nosotros y en la Iglesia. Él es la armonía, él hace la armonía de este edificio.»
Purificar la Iglesia
«Purificar la Iglesia», a partir de cada uno de nosotros:
«Somos todos pecadores: todos. Todos. Si alguien de ustedes no es, levante la mano, porque sería una bella curiosidad. Todos somos pecadores. Y por eso debemos purificarnos continuamente. Y purificar también la comunidad: la comunidad diocesana, la comunidad cristiana, la comunidad universal de la Iglesia. Para hacerla crecer. (JSG)
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