Fengxiang (Lunes, 20-11-2017, Gaudium Press) El Obispo de Fengxiang, China, Mons. Lucas Li Jingfeng, falleció el pasado 17 de noviembre a la edad de 95 años. El prelado se destacó por sus más de 20 años de prisión a causa de su fe y por ser el único Obispo de lla llamada «Iglesia subterránea» que obtuvo el reconocimiento de las autoridades chinas sin cumplir el requisito de afiliarse a la Asociación Patriótica, el órgano oficialista de control sobre el apostolado de la Iglesia Católica.
Cuerpo de Mons. Lucas Li Jingfeng, preparado para sus honras fúnebres. Foto: AsiaNews. |
Además de ser reconocido en China por su independencia, llegó a ser conocido internacionalmente por ser uno de los cuatro Obispos invitados al Sínodo sobre la Eucaristía en 2005, a quienes se les negó el permiso de viaje por parte de las autoridades civiles. El motivo de la polémica restricción fue la ausencia de relaciones diplomáticas de China con la Santa Sede y las comunicaciones oficiales indicaron que las objeciones a la participación de los Obispos provino especialmente de la Asociación Patriótica.
Mons. Li Jingfeng nació en 1922 en Gaoling, China, y fue ordenado sacerdote en 1947. Bajo la persecución religiosa comunista fue arrestado en 1959 y sentenciado a trabajos forzados, pena que cumplió hasta 1980. Una vez libre fue ordenado Obispo auxiliar de Fengxiang y en 1983 asumió el gobierno de esa sede apostólica. Hasta 2004, su Diócesis fue la única en la cual no existía una autoridad eclesiástica oficial y desde 2001 sufrió numerosas presiones para inducirlo a registrarse en la Asociación Patriótica. En 2004 el gobierno accedió a reconocer su dignidad episcopal sin que el prelado se hubiera afiliado a la organización, lo que constituyó la única excepción a la norma en el país.
Un creyente local que permanece anónimo escribió un tributo al prelado en el cual relató sus impresiones de haberlo visitado durante su convalecencia, causada por una hemorragia cerebral y una grave afección pulmonar. «Dios ha dado, Dios tomará de vuelta», solía decir el Obispo a sus visitantes. «Estoy enteramente preparado para ver al Señor en cualquier momento». Al final de su vida no podía hablar, pero bendecía a todos los que se acercaban a él. En una ocasión, su visitante le llevó un crucifijo y, aunque estaba completamente debilitado, consiguió levantarlo y llevarlo a su boca para besarlo. A pesar de sufrir una grave tos que se desencadenaba ante cualquier estímulo, lograba comulgar cada día sin toser. El prelado falleció a las 7:20 de la mañana, después de recibir la Eucaristía treinta minutos antes.
Con información de AsiaNews.
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