Ciudad del Vaticano (Jueves, 23-11-2017, Gaudium Press) En la homilía hecha durante la misa en la Casa Santa Marta, el martes pasado, comentando el texto de la primera lectura del día que habla del martirio de Eleazar narrado en el libro de los Macabeos, el Papa Francisco resaltó que la colonización cultural o ideológica no tolera las diferencias y torna todo igual, terminando por perseguir también a los cristianos.
Tres tipos de persecución
El Papa destacó tres tipos distintos de persecución: una persecución apenas religiosa, otra político-religiosa, por ejemplo la ‘Guerra de los 30 años’ o la ‘noche de San Bartolomé’ y una tercera persecución, puramente «cultural», cuando llega «una nueva cultura que quiere hacer todo nuevo y hacer una ‘limpieza’ en las tradiciones, en la historia y también en la religión de un pueblo».
Francisco comentó que ese tercer tipo de persecución es aquel en que se encuentra Eleazar, condenado a morir por fidelidad a Dios.
El pueblo no pidió ideas o dioses, pidió instituciones
Según el Papa el relato de esta persecución cultural comenzó en la lectura anterior, cuando algunos, viendo el poder y la belleza magnífica de Antíoco Epífanes, pensaron en hacer una alianza para ser modernos.
Fue por eso que algunos del pueblo tomaron la iniciativa de ir hasta el rey y hablar con él y el Rey «les dio la posibilidad de introducir instituciones paganas en las naciones».
El pueblo no pidió las ideas o dioses, pidió las instituciones. Era un pueblo, dice el Papa, que «había crecido en torno a la Ley del Señor e hizo entrar ‘nuevas instituciones’, una nueva cultura que hace una ‘limpieza’ de todo: cultura, religión, ley, todo».
Eso caracteriza una verdadera colonización ideológica que quiere imponer al pueblo de Israel este ‘hábito único’ que algunos aceptaron porque parecía ser una cosa buena. El pueblo entonces comenzó a vivir de un modo diferente.
Las resistencias
Surgen, sin embargo, algunas resistencias para defender «las buenas tradiciones del pueblo», como aquella de Eleazar que era un hombre digno, muy respetado, y el Libro de los Macabeos narra la historia de estos mártires, de estos héroes.
Así, tiene continuidad una persecución surgida por una colonización ideológica que destruye, «hace todo igual, no es capaz de tolerar las diferencias».
«Y este es el camino de las colonizaciones culturales que acaban por perseguir también a los fieles. Pero no debemos ir muy lejos para ver algunos ejemplos: pensemos en los genocidas del siglo pasado, que era una cosa cultural, nueva: ‘Todos iguales y estos que no tienen la sangre pura, fuera, y estos…’. Todos iguales, no hay lugar para las diferencias, no hay lugar para los otros, no hay lugar para Dios. Es la raíz perversa. Delante de estas colonizaciones culturales que nacen de la perversidad de una raíz ideológica, Eleazar, él mismo, se hace raíz», muestra el Papa en la homilía.
Y Francisco recuerda además que Eleazar muere pensando en los jóvenes, para dejar a ellos un noble ejemplo. Así, Eleazar «el mártir, aquel que da la vida, por amor a Dios y a la ley, se hace raíz para el futuro».
Raíz que da vida y hace crecer el futuro
Delante de aquella raíz perversa, por tanto, «existe esta otra raíz que da la vida para hacer crecer el futuro».
El Papa observa que las novedades no son todas malas, basta pensar en el Evangelio, en Jesús, que es una novedad, pero es preciso saber distinguir:
«Es preciso discernir las novedades. ¿Esta novedad es del Señor, viene del Espíritu Santo, viene de la raíz de Dios o esta novedad viene de una raíz perversa? Pero, antes, sí, era pecado, no podía matar a los niños; pero, hoy, puede, no hay tanto problema, es una novedad perversa. Ayer, las diferencias eran claras, como Dios hizo. La creación era respetada; pero hoy, somos un poco modernos… usted hace, usted entiende…, las cosas no son tan diferentes y se hace una mezcla de cosas.»
Francisco muestra que la novedad de Dios, «nunca hace una negociación», sino que hace crecer y mira el futuro:
«Las colonizaciones ideológicas y culturales solamente miran el presente, reniegan del pasado y no miran el futuro. Viven en el momento, no en el tiempo, y por eso no pueden prometernos nada. Con ese comportamiento de hacer todos iguales y cancelar las diferencias, cometen, hacen el pecado hecho de la blasfemia contra el Dios creador. Toda vez que llega una colonización cultural e ideológica se peca contra Dios creador, porque se quiere cambiar la Creación como Él la creó. Y contra ese hecho que a lo largo de la historia ocurrió muchas veces, existe solamente un remedio: el testimonio, o sea, el martirio».
Eleazar da un testimonio de vida pensando en la herencia que dará con su ejemplo, dice el Papa:
«Yo vivo así. Sí, dialogo con aquellos que piensan diferente, pero mi testimonio es así, según la ley de Dios». Él no pensó en dejar dinero u otra cosa, sino pensó en el futuro: «en la herencia del propio testimonio».
La conclusión del Papa fue el deseo que el ejemplo de Eleazar «nos ayude en los momentos tal vez de confusión, delante de las colonizaciones culturales y espirituales que nos son propuestas». (JSG)
(De la Redacción de Gaudium Press, con Informaciones de RV)
Deje su Comentario