Naipyidó (Miércoles, 29-11-2017, Gaudium Press) En la eucaristía celebrada en el Kaykkasan Ground (espacio deportivo con capacidad para 250.000 personas) el Papa Francisco ofreció una homilía en la que profundizó sobre la sabiduría de Jesús, expresada principalmente en la cruz.
«Él es la sabiduría de Dios en persona (cf.1 Co 1,24). Jesús no nos enseñó su sabiduría con largos discursos o grandes demostraciones de poder político o terreno, sino entregando su vida en la cruz. A veces podemos caer en la trampa de confiar en nuestra propia sabiduría, pero la verdad es que podemos fácilmente desorientarnos. En esos momentos, debemos recordar que tenemos ante nosotros una brújula segura: el Señor crucificado. En la cruz, encontramos la sabiduría que puede guiar nuestras vidas con la luz que proviene de Dios», expresó el Pontífice.
En la cruz hay sabiduría, y también curación. Es el ofrecimiento de las llagas producidas por la crucifixión, el que nos ha curado. El sacrificio del Señor también nos atrajo el Espíritu Santo, «gracias al cual el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones (Rm 5, 5). Con el don de su Espíritu, Jesús nos hace capaces de ser signos de su sabiduría, que vence a la sabiduría de este mundo, y de su misericordia, que alivia incluso las heridas más dolorosas». Las heridas de Jesús crucificado se hacen presentes principalmente en la eucaristía.
Las heridas del Jesús son un bálsamo, «el bálsamo saludable de la misericordia del Padre», que debemos llevar también a los demás, «para ungir cada herida y recuerdo doloroso. De esta manera, seréis testigos fieles de la reconciliación y la paz, que Dios quiere que reine en todos los corazones de los hombres y en todas las comunidades».
«Sé que la Iglesia en Myanmar ya está haciendo mucho para llevar a otros el bálsamo saludable de la misericordia de Dios, especialmente a los más necesitados. Hay muestras claras de que, incluso con medios muy limitados, muchas comunidades anuncian el Evangelio a otras minorías tribales, sin forzar ni coaccionar, sino siempre invitando y acogiendo. En medio de tanta pobreza y dificultades, muchos de vosotros ofrecéis ayuda práctica y solidaridad a los pobres y a los que sufren. Con el servicio diario de vuestros obispos, sacerdotes, religiosos y catequistas, y en particular a través de la encomiable labor de la Catholic Karuna Myanmar y de la generosa asistencia proporcionada por las Obras Misionales Pontificias, la Iglesia en este país está ayudando a un gran número de hombres, mujeres y niños, sin distinción de religión u origen étnico. Soy testigo de que la Iglesia aquí está viva, que Cristo está vivo y está aquí con vosotros y con vuestros hermanos y hermanas de otras comunidades cristianas. Os animo a seguir compartiendo con los demás la valiosa sabiduría que habéis recibido, el amor de Dios que brota del corazón de Jesús», dijo Francisco.
El Pontífice concluyó su homilía pidiendo a la Virgen que obtenga a todos la gracia de ser mensajeros de la verdadera sabiduría.
Con información de Radio Vaticano.
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