Ciudad del Vaticano (Lunes, 04-12-2017, Gaudium Press) En el primer Ángelus de Adviento, habido en la Plaza de San Pedro, el Papa explicó el sentido del texto de San Marcos (Mc 13, 33-37) que habla de como estar atentos esperando el regreso del Señor: «Mirad, velad y orad, porque no sabéis cuándo será el tiempo […] para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo». (vv. 33-36).
«La persona que está atenta es la que, en el ruido del mundo, no se deja llevar por la distracción o la superficialidad, sino vive en modo pleno y consciente», dijo Francisco.
Esta persona vigilante es también la que «acoge la invitación a velar, es decir, a no dejarse abrumar por el sueño del desánimo, la falta de esperanza, la decepción; y al mismo tiempo rechaza la solicitud de las tantas vanidades de las que desborda el mundo y detrás de las cuales, a veces, se sacrifican tiempo y serenidad personal y familiar. Es la experiencia dolorosa del pueblo de Israel, narrada por el profeta Isaías: Dios parecía haber dejado vagar su pueblo, lejos de sus caminos (cf. 63.17), pero esto era el resultado de la infidelidad del mismo pueblo (cf. 64,4b). También nosotros nos encontramos a menudo en esta situación de infidelidad a la llamada del Señor: Él nos muestra el camino bueno, el camino de la fe, el camino del amor, pero nosotros buscamos la felicidad en otra parte».
Para no vagar alejado de los caminos de Dios, es preciso pues, estar atentos y vigilantes, lo que se traduce en poner las condiciones «para permitir a Dios irrumpir en nuestras vidas, para restituirle significado y valor con su presencia llena de bondad y de ternura».
Concluyó el Pontífice su meditación previa al Ángelus, pidiendo a «María Santísima, modelo de espera de Dios e ícono de vigilancia, nos guíe hacia su Hijo Jesús, reavivando nuestro amor por él».
Con información de Radio Vaticano
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