Ciudad del Vaticano (Lunes, 18-12-2017, Gaudium Press) Ayer la Iglesia celebró el Domingo Gaudete -Domingo de la Alegría, donde los paramentos de los ministros de Dios son de color rosa. Es el tercer domingo de Adviento, que establece una pausa en la «fase penitencial» de Adviento. Decimos fase penitencial, porque el Adviento fue concebido como un ayuno de cuarenta días en preparación a la venida del Salvador. Es pues el Domingo Gaudete una pausa de alegría, que también se refleja en las lecturas bíblicas del día, las cuáles fueron comentadas por el Papa Francisco en el Ángelus de ayer en la Plaza de San Pedro.
Los paramentos color rosa sólo se usan en el Domingo Gaudete |
«San Pablo nos invita a preparar la venida del Señor asumiendo tres actitudes: la alegría constante, la oración perseverante y la acción de gracias continua», expresó el Pontífice.
La alegría es porque ha llegado el Rey de reyes, en el ropaje de un Santo Niño. «Se trata de Jesús, el enviado por el Padre que viene, como subraya Isaías, a dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor (61,1-2)». Es Aquel que nos libera de la esclavitud del pecado y de sus terribles consecuencias a nivel personal y social. «Él ha venido a la tierra para volverle a dar a los hombres la dignidad de los hijos de Dios, que sólo Él puede comunicar y dar la alegría por ello», resaltó Francisco.
Es una alegría que también tiene como característica la oración perseverante, una alegría que «mana de la fe y del encuentro con Jesucristo, razón de nuestra felicidad. Y cuanto más arraigados estamos en Cristo, cuanto más cerca de Jesús estamos, más encontramos serenidad interior, aun en medio de las contradicciones cotidianas. Por ello el cristiano, habiendo encontrado a Jesús, no puede ser profeta de desventuras, sino testigo y heraldo de alegría. Una alegría que hay que compartir con los demás; una alegría contagiosa que hace menos fatigoso el camino de la vida».
Esa alegría también incluye la gratitud hacia Dios por todos los dones recibidos «es decir el amor reconocido hacia Dios. Él en efecto es muy generoso con nosotros, y nosotros estamos invitados a reconocer siempre sus beneficios, su amor misericordioso, su paciencia y bondad, viviendo así en un agradecimiento incesante».
Concluyó el Pontífice su meditación durante el Ángelus, encomendándonos «a la maternal intercesión de la Virgen María. Ella es ‘causa de nuestra alegría’, no sólo porque ha generado a Jesús, sino porque nos conduce siempre a Él».
Con información de News.va
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