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Ciudad del Vaticano (Miércoles, 03-01-2017, Gaudium Press) En la Audiencia General de hoy, habida en el Auditorio Vaticano Pablo VI, el Papa Francisco meditó sobre la realidad del pecado, a partir del Acto penitencial recitado en cada eucaristía. En la introducción al acto penitencial, el sacerdote»favorece la actitud con la cual disponernos a celebrar dignamente los santos misterios, al reconocer ante Dios y ante nuestros hermanos nuestros pecados».
«En ese acto introductorio, el sacerdote invita a reconocer nuestros pecados guardando un momento de silencio. Cada uno entra en su interior para tomar conciencia de todo lo que no corresponde con el plan de Dios. Por eso, confesamos en primera persona del singular diciendo: ‘He pecado mucho de pensamiento, palabras, obras y omisión’ «.
Omisión es no hacer el bien debido. El pecado tiene una mala dimensión social, pues nos aleja de los hermanos.
«La fórmula del acto penitencial, está acompañada con el gesto de golpearse el pecho para indicar que el pecado es propio y no de otro». A veces, que por miedo o vergüenza, señalamos con el dedo para acusar a otros. «Cuesta admitir que somos culpables, pero nos hace bien confesarlo con sinceridad», dijo el Papa.
Son muchos y maravillosos los ejemplos de penitentes cristianos: David, San Pedro, Zaqueo, la Samaritana, etc. Ellos se abrieron a la gracia que conmueve el corazón. Es un reconocer la fragilidad propia, que facilita abrir el corazón a la misericordia divina.
Tras el Acto Penitencial, se suplica «a la Virgen María, a los ángeles y a los santos que intercedan ante el Señor por nosotros». Ellos son amigos y modelos de vida, y su intercesión nos sostiene en nuestro camino hacia la plena comunión con Dios.
Con información de Radio Vaticano
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