viernes, 22 de noviembre de 2024
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El más bello nacimiento de la Historia

Redacción (Lunes, 15-01-2018, Gaudium Press) Miqueas profetizara que el Mesías nacería en Belén (cf. 5, 1-3). Con el edicto de censo de toda la población del Imperio Romano, incluyendo, por tanto, Israel, se aproximaba el momento en que tal profecía se cumpliría.

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La oscura gruta donde animales comían heno…

Entonces San José «subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la Ciudad de David, llamada Belén, porque era de la casa y familia de David, para alistarse con su Esposa María, que estaba embarazada» (Lc 2, 4-5).

Nazaret distaba de Belén cerca de 150 kilómetros. Al llegar a esta ciudad, la Santa Pareja se alistó y después se hospedó en la casa de un primo de San José, que «los acogió de mala voluntad, apenas por una noche».

Al día siguiente buscaron hospedaje, pero «no había lugar para ellos» (Lc 2, 7). En aquella época, las posadas eran la mayoría de las veces colectivas y estaban llenas debido al censo. Por tanto, no servían para Nuestra Señora y San José, vírgenes. El santo varón buscó otros parientes, los cuales le negaron hospedaje.

San José se acordó, entonces, de una gruta en la cual se refugiaba, cuando niño, para proteger su intachable pureza contra ciertos primos mayores que, «instigados por el demonio, buscaban tratar de temas indecentes delante de él». En esa misma gruta Eva diera a luz su tercer descendiente Set y, posteriormente, Abraham y el patriarca Jacob en ella se refugiaron.

Para allá la Santa Pareja se dirigió. San José adentró en la gruta y allí encontró un pesebre, donde los animales comían heno. Él «la forró cuidadosamente con pajas, hierbas aromáticas y algunas flores que, a pesar del invierno, todavía crecían en la pradera vecina».

…se convirtió en una imagen del Cielo

«¡Cuando Nuestra Señora entró, ese recinto tan pobre se transformó en el más bello palacio de toda la Historia! ¡Los Ángeles acompañaban a su Reina en una feria verdaderamente extraordinaria, que convertía la oscura gruta en una imagen del Cielo!»

«Una luz suave, desconocida hasta entonces, se irradió en torno a Nuestra Señora. ¡El alma de San José, antes afligida, se tomó de extraordinaria alegría sobrenatural!» Se oyó el toque de muchas campanas, el techo de la gruta se abrió y los Ángeles subían y descendían cantando músicas maravillosas.

San José era tan humilde que se retiró discretamente del compartimiento de la gruta donde María Santísima se encontraba arrodillada.

Pero Ella, considerando «el papel de su esposo en aquel misterio, incluso estando en altísima contemplación, lo llamó para que se quedase junto a Si».

Él se puso también de rodillas y notó que del interior de María salía una Luz como la del sol al mediodía. «Se entiende así la necesidad de la gruta… era indispensable para contener un poco aquel fulgor y no intimidar toda la faz de la Tierra.»

«¡Yo soy vuestro Creador y vuestro Hijo!»

En cierto momento, «apareció sobre María Santísima el Divino Espíritu Santo en forma de paloma […] ¡Milagro de los milagros!
Transponiendo el virginal y sagrado cuerpo y las vestiduras de su Madre, Jesús salió del claustro materno como el sol atraviesa un bellísimo vitral, sin romper en nada su virginidad […]

«El Niño Dios, envuelto en una nube luminosa, surgió delante de Nuestra Señora. Ella, elevando un poco los brazos, tomó a su Hijo y lo abrazó. El parto, por tanto, no tuvo nada de humano, ni supuso cualquier esfuerzo de su parte.»

Afirma Hugo de San Víctor (1096-1141) que en varios momentos de su vida, Jesús tomó las cualidades del cuerpo glorioso; en su nacimiento Él asumió la sutileza, para dejar el claustro materno.

El primer gesto del Divino Infante «fue colocar las dos manitos en el rostro de Nuestra Señora y acariciarla, como diciendo: ‘¡Yo soy vuestro Creador y vuestro Hijo!’ Nuestra Señora quedó encantada y entró en éxtasis, levitando con el Niño Jesús en los brazos».

Por Paulo Francisco Martos

(in «Noções de História Sagrada» – 136)

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Bibliografía

SAN VÍCTOR, Hugo de. Apud SANTO TOMÁS DE AQUINO. Suma teológica. São Paulo: Loyola. 2006, v. 9, p. 403.
CLÁ DIAS, João Scognamiglio, EP. São José: quem o conhece?… São Paulo: Instituto Lumen Sapientiae. Arautos do Evangelho. 2017, p. 63.212.235 passim.

 

 

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