Santiago – Chile (Viernes, 19-01-2018, Gaudium Press) En un compromiso importante más de su Viaje Apostólico en Chile, el Papa Francisco encerró su jornada del miércoles 17, con una visita a la Pontificia Universidad Católica de Chile, en la capital chilena.
En este momento el Papa tuvo ocasión de afirmar en su pronunciamiento la necesidad de que la enseñanza se afirme como polo de educación para la «convivencia», delante de la actual cultura de «fragmentación», y además dijo que la universidad es un «laboratorio para el futuro del país»:
«El servicio universitario debe tener siempre como objetivo ser de calidad y excelencia, colocadas al servicio de la convivencia nacional. En este sentido, podemos decir que la universidad se torna un laboratorio para el futuro del país», sustentó Francisco, que deseó que esta institución «continúe dando frutos para el bien del pueblo de Chile y para la gloria de Dios».
Pontificia Universidad Católica de Chile: 130 años
La Pontificia Universidad Católica de Chile tiene cerca de 25 mil alumnos. Ella fue creada en 1888 y los años de trabajo educativo le dieron la fama y el reconocimiento de todos, la consideración que se trata de una de las mejores instituciones educativas de toda Sudamérica.
Fue en esa Universidad, delante de sus dirigentes, profesores y alumnos, que el Papa defendió la idea de que es esencial una educación que «enseñe a pensar y a integrar», y esté empeñada en una «alfabetización integral», que comprenda «la cabeza, los afectos, las manos», o sea, que resulte en acciones que impidan que «la fragmentación sea la condición dominante», delante los desafíos actuales de Chile, y del mundo.
«Para eso, aseveró Francisco, ser necesario enseñar a pensar lo que se siente y lo que se hace, a sentir lo que se piensa y hace, a hacer lo que se piensa y lo que se siente, en un dinamismo al servicio de la persona y la sociedad».
«La comunidad educativa guarda en sí misma un número infinito de potencialidades y de posibilidades», recordó el Papa al cuerpo directivo, a los alumnos y los profesores de la Pontificia Universidad Católica de Chile en sus 130 años.
Sin embargo esas potencialidades y posibilidades solo se desarrollan si ella se deja «enriquecer e interpelar» por la realidad, sin sucumbir a una «lógica antagónica y elitista del saber», si ella «es capaz de despertar en sus alumnos el deslumbramiento de un mundo a descubrir».
«Hoy, la misión que tienen en vuestras manos es profética. Sois llamados a generar procesos que iluminen la cultura actual, proponiendo un humanismo renovado, que evite caer en cualquier tipo de retroceso. Y esta profecía debe impulsarnos a buscar espacios más de diálogo que de conflicto, más de encuentro que de división.
Caminos de una discrepancia amigable, porque divergen con respeto, entre personas que caminan lealmente en busca del progreso de la comunidad», completó el Papa, dejando claro, a veces entre líneas, una meta y un deseo a ser perseguido. (JSG)
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