San Pablo (Viernes, 09-10-2009, Gaudium Press) Gaudium Press ha entrevistado a la Dra. Martha Lozano Ardila, Directora de la Especialización en Psicología Educativa de la Universidad Católica de Colombia, y directora del mismo énfasis en la Maestría de Psicología en ese claustro.
La doctora Lozano se ha referido a la situación de la educación en América Latina, su experiencia en recuperación de personas desde la psicología en unión con la práctica espiritual, y la no contradicción entre la labor profesional del psicólogo y la ayuda religiosa. La doctora Lozano habló también sobre su experiencia como directora de la tesis de Maestría en Psicología de Mons. Mons. João Scognamiglio Clá Dias, fundador de los Heraldos del Evangelio
Desde su experiencia como educadora, ¿cómo ve la situación de la educación en América Latina?
América Latina transita por una serie de dificultades en la educación que comprometen profundamente el desarrollo, en particular humano, de los jóvenes, porque se ha caído en un énfasis en el tema de las competencias, perdiendo la perspectiva de formación en lo humano.
En esos términos, dentro de la línea de la maestría en Psicología Educativa, hemos visto una necesidad de volver a recuperar una formación que esté centrada en la ética, en los valores… Creemos que la ética del [cuidado] es un elemento fundamental para que los jóvenes empiecen a resignificar [el cuidado] de sí mismos, empiecen a pensar en las implicaciones que tiene su propio desarrollo personal, la formación de sus propios valores. Y la necesidad que este tipo de valores se proyecten en su vida personal, profesional, en su vida académica, porque creemos que son uno de los caminos para recuperar esa condición humana que hemos venido perdiendo en una educación profundamente instrumentalizada y centrada fundamentalmente en la razón.
Compartimos con una de las autoras contemporáneas que es Martha [Lempon], la necesidad de que la educación universitaria, que los jóvenes sean retornados al mundo de las virtudes, porque justamente esa educación profundamente tecnificada ha hecho que esas virtudes se vayan perdiendo.
Creemos que hay un profundo potencial en los jóvenes en América Latina. Son jóvenes receptivos, dispuestos a pensar, siempre y cuando encuentren quien los canalice, quien los oriente, quien les dé las oportunidades de pensarse a sí mismos y de pensar en una sociedad más humana, una sociedad en que el respeto y la dignidad sean posibles.
Nos gustaría conocer también un poco de su experiencia pastoral en las parroquias procurando recuperar personas. ¿Cómo ve este apostolado que el sicólogo puede realizar?
Durante mucho tiempo se pensó que la ciencia debería ir en contra de lo espiritual, o en contra de lo transcendental, y en la Facultad de Psicología hemos pensado que no necesariamente tenemos que hacer una ruptura: todo lo contrario. Uno encuentra hoy autores de una altísima talla científica, que encuentran por ejemplo en los valores cristianos una oportunidad de reflexionar muy seriamente en los alcances y limitaciones que tiene la ciencia, en los alcances y limitaciones que tienen los seres humanos en esta actuación que se despliega.
En estos términos entonces, desde la perspectiva, de nuevo, de los valores, nosotros vamos incorporando la presencia de Dios como uno de los elementos fundamentales para la formación de los profesionales. De un profesional que sea sensible, de un profesional que sea ético y que sea estético, que su acción profesional no tenga que destruir ni la vida humana, ni la naturaleza.
Todo lo contrario, que cualquier actuación que realice se constituya desde el punto de vista de lo profesional en una forma de alabanza, si se puede decir en estos términos, y que evidentemente, se pueda reconocer en el ejercicio profesional la presencia de Dios permanentemente.
Hemos hecho estos ejercicios de formación con estudiantes que son muy sensibles al mundo espiritual, al mundo del bien social, del bien humano y los hemos incorporado en programas que están, por ejemplo, en la atención a poblaciones vulneradas, que todavía tienen problemas de convivencia muy fuertes. Trabajamos con personas que están en situación de desplazamiento forzado, trabajamos con personas que se encuentran en situaciones marginales, o que están excluidos, pero siempre estamos pensando en una forma de hacer una pastoral universitaria que convoque a ese encuentro con los más débiles. De hecho la universidad tiene un programa de pastoral universitaria, al cual se adscriben muchos estudiantes de todas las facultades y de esos estudiantes muchos son de la Facultad de Psicología.
Los profesores estamos permanentemente respaldando el proceso de la participación pastoral.
Y en esta perspectiva ¿cómo le parece que se encaja el trabajo que ha hecho Monseñor Juan, que Vd. ha orientado directamente?
Yo voy hablar de la experiencia de dos lugares de referencia.
Uno, si se me permite en primera instancia la experiencia personal. Cuando yo recibí por primera vez el documento, lo que se había denominado como el Libro de la Primera Mirada, y lo leí, encontré un acercamiento profundo con cuatro campos fundamentales: la teología, la filosofía, la psicología y la pedagogía. En este instante cuando el decano me pregunta si es viable el trabajo, yo le dije: mire, sencillamente asombroso lo que yo encuentro acá. Es factible si nosotros logramos que él visibilice un poco más la parte de la psicología, evidenciar esta posibilidad de la interdisciplinariedad en la comprensión y desarrollo del ser humano desde pequeño, porque lo que se pone en juego aquí es el ciclo vital de los seres humanos.
Ya desde el punto de vista profesional, cuando comencé a trabajar con el Sr. Cavalcanti, empecé a encontrar los campos de la psicología. Entonces hice un ejercicio de ubicación de cuáles eran los campos particulares que había de la psicología y me encontré con campos como por ejemplo, para nosotros, los llamamos en psicología así, como de los procesos superiores.
Entonces empiezo a encontrarme temas como la atención, como la memoria, la percepción. Y luego ubicaba otra parte que tenía que ver con la perspectiva del desarrollo humano. Entonces empiezo a encontrar una forma de psicología evolutiva que está basada fundamentalmente en el cuidado y en conocer las características del desarrollo específico de los niños, justamente para ir promoviendo y conservando de alguna manera esta perspectiva de ese desarrollo. Porque, entre otras cosas, lo que hay aquí de alguna manera es una especie de «arquitectura humana» que desde la infancia si se cuida, garantiza el llegar a un excelente ser humano: a un ser humano virtuoso, a un ser humano sensible, a un ser humano respetuoso, cálido. Entonces allí me encontré la segunda veta que articula perfecto con la psicología.
Después me encontré la parte que tiene que ver con el arte y la sensibilidad, y había una reflexión sobre los valores. Encontré un espacio de articulación que a la Psicología la ha interesado muchísimo, a unas tendencias más que a otras, que es el arte y la psicología como expresiones de la sensibilidad humana y de la creación humana. Entonces, eso yo lo encontré en el documento de Monseñor.
Luego entonces ya empezamos a pensar cómo podríamos llevar este trabajo a una reflexión de experiencias personales de algunos de los jóvenes que están siendo formados en los Heraldos. Hicimos las reuniones para pensar cuál podría ser la estrategia. En este instante yo les hice la propuesta que me parecía que como era tan singular la propuesta de Monseñor, y de una riqueza tan profunda, no valdría la pena encastillarla en un modelo de ciencia que fuera muy convencional. En este instante cuando empecé hablar de la parte metodológica, me estaban diciendo de hacer una investigación de tipo experimental y rotundamente me opuse. Dije: no viene al caso, ni me arriesgo, trabajando en una perspectiva experimental, porque dentro de una perspectiva experimental lo que nos podría implicar es pensar que lo que hay en la propuesta de Monseñor es una especie de la manipulación de la conducta humana a través de variables, y dije, no, esta no es la perspectiva.
Me parece que lo que podemos hacer es un estudio de casos. Cogemos unos jóvenes… Inicialmente la propuesta era que se hubiera tomado algunas de las niñas y algunos de los jóvenes. Pero finalmente decidimos que quedábamos con los jóvenes. Tomamos 10 jóvenes, de manera que cada uno de ellos constituyera lo que llamamos en Psicología un caso singular, en términos metodológicos. Que quiere decir eso, que hay una experiencia en cada uno de ellos con su lugar de origen, por la forma como se vincularon, por la experiencia previa que habían tenido en su sistema educativo, y con ellos íbamos a reconstruir una especie de historia de vida, desde el momento en que entraron en los Heraldos hasta el momento actual. En eso entonces el Sr. Cavalcanti me colaboró, conseguimos algunos de los jóvenes que venían de España, de Costa Rica, de El Salvador, de Guatemala, de Colombia y cada uno fue hablando. Conservamos las mismas preguntas para todos, pero dando libertad para que narraran libremente su experiencia de llegada y de permanencia en el sistema educativo de los Heraldos.
Una de las cosas que llamó profundamente la atención fue el ejercicio de comparación que hacen entre el antes y después. El antes lo toman desde varios lugares de referencia. Uno es en relación con el sistema educativo de que venían, los jóvenes en mayoría coinciden en que sus instituciones, cuando venían de otros colegios, nada de formación de valores, nada de formación en estética, nada de formación en el cultivo de las facultades intelectuales y mucho menos de las virtudes. Entonces sienten que ese punto de entrada, profundamente transformador, sienten que en su vida se produce un cambio profundo, radical, y que muy difícilmente podrían retornar a una experiencia de esa naturaleza.
Después ya fuimos cogiendo cada una de las dimensiones de desarrollo. Entonces escogimos atención, memoria, percepción, inteligencia, sensibilidad, estética, todas, las fuimos cogiendo una a una y digamos construimos un corpus de datos de lo que ellos nos iban narrando. Este corpus de datos lo que hicimos fue organizarlo alrededor de esas múltiples preguntas y fuimos encontrando puntos de convergencia y puntos de diferencia entre los jóvenes. Los puntos de diferencia son más en su propia subjetividad, digamos, en su propia sensibilidad y los puntos más comunes son justamente lo que tienen que compartir dentro del proceso de formación de los Heraldos.
Y eso nos permitió llegar a concluir… Bueno, no. En primera instancia, entender ese ser que está en la obra de Monseñor, entenderlo con plenitud, valorar el sentido de la formación, no encontramos que haya otro modelo de formación de esa forma que dé garantía del ser a largo plazo. Y lo otro fue encontrar que es un sistema educativo que efectivamente cumple las características de ser un sistema formador. Un sistema que permite el desarrollo íntegro, no integral sino íntegro, del ser humano en todas sus dimensiones.
Y en este sentido concluíamos que, efectivamente, la propuesta de Monseñor es una propuesta de un alcance que va más allá de la Filosofía, que coincide con la Psicología, que se encuentra con la Teología y que se constituye definitivamente en un estilo de vida permanente.
De su experiencia personal de docente, del apostolado que Vd. ha realizado, o realiza…
Yo me eduqué con religiosas, toda la vida he trabajado con comunidades religiosas, siempre he trabajado con comunidades religiosas, entonces tengo claro que en primera instancia estuvo la formación más espiritual y luego la formación profesional.
Nunca he encontrado objeción a articular el ejercicio de la psicología, con un ejercicio, primero espiritual en lo personal y luego en lo pastoral, nunca he encontrado la objeción. Creo que es absolutamente posible, tanto así que hoy en día existe una corriente en la psicología que es la psicología pastoral. Eso se encuentra y hay gente que se dedica… En nuestro programa en particular, que es la maestría en la psicología educativa, la característica es que llegan muchas religiosas y sacerdotes.
Y para satisfacción personal, todos me piden que les dirija su trabajo de grado, porque creo que nos entendemos muy bien y coincidimos en la importancia de una psicología educativa que tenga fundamento en la formación espiritual de los estudiantes.
Entrevista realizada por la Hna. Mónica María Werner Benjumea, EP
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