Ciudad de México (Miércoles, 24-01-2018, Gaudium Press) Unas 170 mil estampas con la oración por la santificación y bienestar de los sacerdotes son las que han repartido un grupo de laicos en Ciudad de México desde que se puso en marcha, hace dos años, la campaña de oración por los sacerdotes.
La iniciativa tuvo un nuevo impulso el pasado 13 de enero con ocasión de la peregrinación anual de la Arquidiócesis de México a la Basílica de Guadalupe, cuando se repartieron 14 mil estampas con la oración que compuso el Papa Emérito Benedicto XVI con ocasión del Año Sacerdotal, celebrado por la Iglesia Católica entre el 2009 y 2010 con ocasión del 150 aniversario del fallecimiento de San Juan María Vianney, patrono de los párrocos del mundo.
La campaña de oracion se viene realizando desde hace 2 años / Foto: SIAME. |
Eduardo del Valle, responsable del movimiento de laicos que promueve esta campaña, en entrevista difundida por el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME), contó el porqué de la iniciativa: «Lo que motivó a orquestar esta campaña de oración fue porque se ha recrudecido la violencia en contra de los sacerdotes, ya que en lo que va de este sexenio se han perpetrado 19 asesinatos, y porque hay religiosos que corren mayor riesgo porque ejercen su ministerio en zonas donde opera el crimen organizado y el narcotráfico, además de que hay una violencia generalizada. A través de esta estampa, también rezamos por la pureza de vida espiritual de los sacerdotes».
Dijo, a su vez, que el propósito es generar mayor conciencia entre los fieles sobre la importancia de orar de manera permanente por sus sacerdotes, animando a la creación de grupos de oración e involucrándose más con la vida parroquial.
Desde que fue puesta en marcha la campaña se han repartido estampas en diferentes formatos por las ocho vicarías de la Arquidiócesis de México, y también en los eventos masivos animados por la jurisdicción eclesial, como fue la peregrinación a Nuestra Señora de Guadalupe del 13 de enero.
La iniciativa, que fue bien acogida por el Cardenal Norberto Rivera Carrera y los ocho obispos auxiliares de la Arquidiócesis, ya se está replicando en otras ciudades de México como León, Querétaro, Aguascalientes, Texcoco, Durango, entre otras.
Oración de Benedicto XVI por los sacerdotes
Señor Jesús. En San Juan María Vianney Tú has querido dar a la Iglesia la imagen viviente y una personificación de tu caridad pastoral.
Ayúdanos a bien vivir en su compañía, ayudados por su ejemplo en este Año Sacerdotal.
Haz que podamos aprender del Santo Cura de Ars delante de tu Eucaristía; aprender cómo es simple y diaria tu Palabra que nos instruye, cómo es tierno el amor con el cual acoges a los pecadores arrepentidos, cómo es consolador abandonarse confidencialmente a tu Madre Inmaculada, cómo es necesario luchar con fuerza contra el Maligno.
Haz, Señor Jesús, que, del ejemplo del Santo Cura de Ars, nuestros jóvenes sepan cuánto es necesario, humilde y generoso el ministerio sacerdotal, que quieres entregar a aquellos que escuchan tu llamada.
Haz también que en nuestras comunidades -como en aquel entonces la de Ars- sucedan aquellas maravillas de gracia, que tú haces que sobrevengan cuanto un sacerdote sabe «poner amor en su parroquia».
Haz que nuestras familias cristianas sepan descubrir en la Iglesia su casa -donde puedan encontrar siempre a tus ministros- y sepan convertir su casa así de bonita como una iglesia.
Haz que la caridad de nuestros Pastores anime y encienda la caridad de todos los fieles, en tal manera que todas las vocaciones y todos los carismas, infundidos por el Espíritu Santo, puedan ser acogidos y valorizados.
Pero sobre todo, Señor Jesús, concédenos el ardor y la verdad del corazón a fin de que podamos dirigirnos a tu Padre celestial, haciendo nuestras las mismas palabras, que usaba San Juan María Vianney:
Te amo, mi Dios, y mi solo deseo es amarte hasta el último respiro de mi vida. Te amo, oh Dios infinitamente amable, y prefiero morir amándote antes que vivir un solo instante si amarte. Te amo, Señor, y la única gracia que te pido es aquella de amarte eternamente. Dios mío, si mi lenguano pudiera decir que te amo en cada instante, quiero que mi corazón te lo repita tantas veces cuantas respiro. Te amo, oh mi Dios Salvador, porque has sido crucificado por mí, y me tienes acá crucificado por Ti. Dios mío, dame la gracia de morir amándote y sabiendo que te amo. Amén.
Con información de SIAME y Catholic.net.
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