Menú 
Ciudad del Vaticano (Sábado, 27-01-2018, Gaudium Press) Durante una audiencia concedida al Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el pasado 26 de enero, el Papa Francisco autorizó la promulgación de varios decretos, entre los cuales se destaca el reconocimiento del martirio del Siervo de Dios Mons. Pierre-Lucien Claverie Pierre-Lucien Claverie, Obispo de Oran, Algeria, y 18 religiosos y religiosas asesinados por odio a la fe durante la guerra civil de Algeria de 1994 a 1996. Entre estos se encuentran los siete monjes trapenses de Tibhirine cuya historia inspiró la película De Dioses y Hombres.
 |
| Monasterio de Tibhirine, Algeria. Foto: Ps2613 |
Los Mártires son recordados por sus buenas relaciones con la comunidad local principalmente no católica, pero fueron víctimas de grupos radicales. Mons. Claverie fue objeto de un atentado con explosivos en el que falleció junto a su conductor en la entrada del Obispado el 01 de agosto de 1996. Los grupos extremistas islámicos reclamaban su llegada al poder, frustrada por una golpe de estado en 1991, y desataron una guerra conocida como la «guerra sucia» por la gran cantidad de acciones de violencia realizadas en contra de los civiles.
Los monjes trapenses, todos de nacionalidad francesa, pertenecían a la comunidad de Tibhirine, cerca de la ciudad de Medea. Los religiosos, apreciados por los locales, fueron secuestrados durante la noche del 26 al 27 de marzo de 1996. Cerca de dos meses después, el 21 de mayo, el Grupo Islámico Armado afirmó haber cometido su asesinato. Las cabezas de los religiosos fueron halladas pero no así sus cuerpos que permanecen desaparecidos. Si bien el grupo terrorista es registrado como responsable del crimen, el General retirado François Buchwalter declaró que los mártires fueron asesinados por el ejército de Algeria, lo cual generó un clima de incertidumbre sobre los hechos.
En una carta escrita tres años antes de su muerte, el Prior, P. Christian de Cherge, afirmó su disposición a dar su vida como sacrificio a Dios en beneficio del pueblo de Algeria, en tiempos en que los religiosos eran conscientes de su grave peligro al permanecer en el país. «Cuando llegue el momento, quisiera ser capaz de tener ese rayo de lucidez que me permita pedir perdón a Dios y amis hermanos en humanidad, perdonando con todo mi corazón, al mismo tiempo, a quien quiera que sea mi asesino», redactó el sacerdote, según informó Crux. «Podamos encontrarnos nuevamente, felices ladrones, en el paraíso, quiera Dios».
Con información de Sala de Prensa de la Santa Sede y Crux.
Deje su Comentario