Santa Fe (Jueves, 08-02-2018, Gaudium Press) En su mensaje para el tiempo cuaresmal, el presidente emérito del episcopado argentino y Arzobispo de Santa Fe, Mons. José María Arancedo, recalcó que «la Cuaresma es un tiempo de renovación eclesial, es decir, de pensarnos desde nuestra condición de miembros vivos de la Iglesia». «Es un tiempo eclesial para examinar nuestra presencia y participación. No somos algo más en la Iglesia, somos parte viva de su vida y misión. Una espiritualidad que no nos lleve a descubrirnos en su camino de santidad, apostólico y misionero, no responde al plan de Cristo. No hay Iglesia sin Cristo, pero tampoco hay Cristo sin Iglesia», dijo.
«Hablar de la Iglesia no es hablar de una idea o de la adhesión a una cultura. La Iglesia tiene un rostro concreto y cercano, que se expresa localmente en la vida de una comunidad que celebra la Eucaristía y que asume el compromiso de la caridad y de la evangelización», expresó y agregó: «Podemos decir que el nivel y la fuerza de la Iglesia están en la vida de sus comunidades. Si bien la trasmisión de la fe tiene en la familia su lugar primero, la comunidad cristiana es el espacio de su fuente y complementación, de su crecimiento y madurez eclesial».
Hay que tener un camino de continuidad en la Iglesia
«La misma catequesis sacramental de iniciación cuando no encuentra un camino de continuidad en la comunidad pierde su desarrollo y necesario complemento. A esto lo veo, ante todo, como un desafío a nuestra responsabilidad de pastores, pero también a la disponibilidad de religiosos y de laicos a participar en las diversas áreas pastorales de cada comunidad, en la viva comunión con la Iglesia diocesana. En este camino ocupan un lugar preponderante las diversas instituciones escolares como movimientos apostólicos», expresó.
Y, citando el documento de Aparecida, aseveró que «ninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera». «La sola continuidad sin renovación nos termina debilitando y, tal vez, aferrándonos con nostalgia a un pasado que nos exime de una presencia en el hoy de la Iglesia», añadió.
«Cuaresma es tiempo oportuno para pensar hoy, a la luz de la fe, nuestra relación con el Señor en la vida de la Iglesia concreta. Que María Santísima, Nuestra Madre de Guadalupe, nos acompañe en esta Cuaresma que siempre es tiempo de gracia, conversión y participación en la Iglesia», concluyó.
Con información de Aica
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