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Es tiempo de conversión

Redacción (Jueves, 15-02-2018, Gaudium Press) Para la Cuaresma, el Concilio Ecuménico Vaticano II prescribió lo siguiente: «La doble índole del tiempo cuaresmal, que, principalmente por el recuerdo o preparación del bautismo y por la penitencia, haciendo a los fieles oír con más frecuencia la palabra de Dios y entregarse a la oración, los dispone a la celebración del misterio pascual. Por eso: a) utilícense con más abundancia los elementos bautismales propios de la liturgia cuaresmal; según las circunstancias, restáurense ciertos elementos de la tradición anterior; b) lo mismo se diga de los elementos penitenciales» (SC 109).

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El tiempo de la Cuaresma tiene por finalidad preparar la Pascua renovando la vida cristiana del pueblo de Dios: la liturgia cuaresmal conduce a la celebración del misterio pascual sea los catecúmenos, a través de los diversos grados de la iniciación cristiana, sea los fieles, mediante el recuerdo del bautismo y la penitencia.

La Cuaresma, tiempo fuerte de conversión en la perspectiva de la Pascua de Nuestro Señor Jesucristo. Como una vez, el pueblo de Dios caminó 40 años en el desierto, rumbo a la Tierra prometida (Tierra de Caná) y Jesús que se retiró 40 días en el desierto, preparando su pasión, muerte y resurrección, así los cristianos hoy, acompañan los pasos del Divino salvador, preparando devotamente la Santa Pascua. Iremos vivir los bendecidos 40 días de conversión, penitencia, limosna y ayuno con señales concretas de búsqueda de lo esencial de nuestras vidas.

La Cuaresma es el tiempo de la gran convocación de toda la Iglesia para que se deje purificar por Cristo, su esposo. En ese sentido, es significativa la lectura del profeta Joel (2,12-18) en el Miércoles de Ceniza. Mientras Cristo, santo, inocente, sin mancha (Hb 7,26), no conoció el pecado (2 Cor 5,21) y vino para expiar los pecados del pueblo (Hb 2,17), la Iglesia, que trae pecadores en su seno, que es santa, pero siempre necesitada de purificación, nunca deja, sobre todo en este tiempo, de hacer penitencia y de renovarse (LG 8).

Durante la Cuaresma, toda la Iglesia también es llamada, como pueblo sacerdotal y sacramento de salvación, a empeñarse, de maneras diferentes, en la obra de la reconciliación, que le fue confiada por el Señor. La Iglesia no solo llama a los hombres a la penitencia mediante el anuncio del evangelio, sino intercede también por los pecadores. Ella se torna instrumento de conversión y de perdón, sobre todo en el sacramento de la penitencia.

La Espiritualidad Cuaresmal es caracterizada por la: Escucha de la palabra de Dios: La Palabra de Dios es luz que ilumina nuestros pasos, llama a la conversión y reanima nuestra confianza en la misericordia y bondad de Dios. ¡Vamos a oír lo que Dios quiere decirnos en esta cuaresma a través de Su Palabra!

Oración: En la cuaresma debemos intensificar la vida de oración personal y comunitaria. Recordamos la vía sacra en familia, como momento fuerte de oración comunitaria. Por la oración entramos en sintonía e intimidad con Dios y discernimos su voluntad. Tenemos también la oportunidad de la Lectio divina en nuestras pequeñas comunidades dejándonos iluminar y alimentar por la Palabra del Señor que nos conduce a la oración.

Ayuno: El ayuno y la abstinencia son gestos exteriores que expresan nuestro esfuerzo de apertura a la conversión y cambio interior. Por cuanto, la Cuaresma es tiempo de retomar el camino del Evangelio, de renovación espiritual, de muerte al pecado y de cultivo de la vida nueva o vida de la gracia.

Caridad: en la cuaresma somos llamados al ejercicio de la caridad fraterna y solidaridad con los hermanos. Caridad que se expresa, sobre todo, a través de la limosna. La limosna es un ejercicio de liberación del egoísmo. Compartir los bienes materiales es un gesto de caridad cristiana que ennoblece el alma humana. Sin embargo, dar limosna no es apenas dar dinero, ropas y alimentos… Es hacerse donación y entrega a los hermanos al servicio de construcción de la fraternidad que es expresión del evangelio. Por eso, la Iglesia en Brasil promueve en este período la Campaña de la Fraternidad. La CF es un gran llamado y movilización a favor de una sociedad fraterna, justa y solidaria. En este año tenemos como tema: Fraternidad y superación de la violencia, y como lema: Vosotros sois todos hermanos. (Mt 23,8)

La pastoral deberá empeñarse antes que nada en la valorización plena de la Cuaresma litúrgica, que será celebrada «mediante los ritos y oraciones» en su significado esencial para vida de los individuos y las comunidades. Tal acción pastoral concentrará todo su esfuerzo en hacer con que la Cuaresma sea orientada a la celebración de la Pascua, no reducida a una confesión y una comunión, sino como participación en el misterio de Cristo muerto-sepultado-resucitado, que es celebrado en el Triduo pascual, teniendo como ápice la vigilia del sábado a la noche.

Por el Cardenal Orani João Tempesta, Arzobispo de la Arquidiócesis de San Sebastián de Río de Janeiro.

 

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