Curitiba – Paraná (Viernes, 16-02-2018, Gaudium Press) Los Heraldos del Evangelio están localizados en Curitiba en un área muy agradable. Una casa rodeada por un parque con mucho verde. El lugar es ideal para recogerse y encontrar a Dios. Así lo hicieron numerosos participantes de la entidad, aprovechando el prolongado feriado de carnaval.
El tema tratado en esos días de retiro fue un consejo de las Sagradas Escrituras: «Piensa en tus novísimos y no pecarás eternamente» (Eclo 7, 40). La palabra novísimo, aquí, tiene su origen en latín y significa los últimos acontecimientos que deparan al hombre en el término de su vida terrena y que invitan a meditar en la muerte, en el juicio y sus inmediatas consecuencias: el Cielo o el Infierno. Las palestras fueron administradas por un sacerdote de los Heraldos, que viajó desde San Pablo especialmente para esa ocasión.
Fueron días de intensa espiritualidad. En la capilla de los Heraldos en su sede, en Curitiba, ya por la mañana el Santísimo Sacramento era expuesto, para la adoración y permanecía hasta el final de la jornada. La Eucaristía coronaba el cierre de cada día.
Durante los almuerzos y meriendas la conversación animada hacía percibir una alegría y una unión de hermanos que buscan el servicio de la Iglesia y del prójimo.
Los cooperadores, también llamados de «terciarios» de los Heraldos del Evangelio, ¿quiénes son?
Laicos casados o solteros que viven en el mundo, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, laicos de vida consagrada o miembros de otras asociaciones o movimientos apostólicos, los Cooperadores de los Heraldos del Evangelio, además de observar los preceptos y deberes propios a su estado, se esfuerzan por vivir en conformidad con el carisma y la espiritualidad de la Asociación, dedicando a ella su tiempo libre y comprometiéndose a cumplir ciertas obligaciones.
Según los Estatutos de los Heraldos del Evangelio, tales Cooperadores son aquellos que, «aunque se sientan identificados con el espíritu de la Asociación, no pueden comprometerse plenamente con los objetivos de ella, debido a sus compromisos sacerdotales, al hecho de pertenecer a algún instituto de vida consagrada o sociedad de vida apostólica, o a sus deberes matrimoniales o profesionales» (JHN)
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