Fátima – Portugal (Lunes, 20-02-2018, Gaudium Press) Un año después de la canonización de los Santos Francisco y Jacinta Marto, el Santuario de Fátima celebrará la fiesta litúrgica de los más jóvenes santos no mártires de la iglesia universal el próximo martes, día 20 de febrero.
El programa litúrgico comienza hoy lunes, día 19 de febrero, a las 21:30 horas, cuando será recitado el Rosario en la Capillita de las Apariciones con la presencia de los íconos de los Santos Francisco y Jacinta Marto, siguiéndose una Vigilia de Oración en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Fátima.
El día 20 de febrero, el Día de los Pastorcitos se inicia con el Rosario en la Capillita de las Apariciones a las 10:00 horas, seguido de la procesión para la Basílica de la Santísima Trinidad, donde a las 11:00 horas tiene lugar la Misa Votiva de los Santos Francisco y Jacinta Marto.
En la parte de la tarde, está marcado a las 14:00 horas un encuentro con niños en la Basílica de la Santísima Trinidad, seguido de la oración del Rosario. A las 16:00 horas habrá una visita a las tumbas de los Pastorcitos, en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Fátima.
El momento de veneración será acompañado musicalmente por la Schola Cantorum Pastorcitos de Fátima, y culmina con las vísperas, marcadas para las 17:30 horas.
La transmisión puede ser acompañada on line en la página oficial del Santuario de Fátima, en www.fatima.pt.
Los Pastorcitos
De las cortas vidas de Francisco y Jacinta Marto, «las dos candelas que Dios encendió para iluminar la humanidad en sus horas sombrías e inquietas», como Juan Pablo II les llamó, hay pocos registros biográficos. La más importante fuente para el conocimiento sobre ellos es constituida por las Memorias de su prima, la Hermana Lucía.
Nacidos ambos en Aljustrel, con menos de dos años de intervalo, mueren poco tiempo después de las Apariciones, tal como Nuestra Señora les había anunciado: «a Jacinta y Francisco los llevo en breve. Pero tú [Lucía] te quedas acá algún tiempo más» (13 de junio de 1917).
Ellos tuvieron vidas breves, pero suficientes para que la Iglesia Católica reconociese, por primera vez en su historia de 2000 años, la «heroicidad de las virtudes y la madurez de fe de niños no-mártires», por decreto de Juan Pablo II, del 13 de mayo de 1989, que abrió el precedente para el reconocimiento de su santidad.
Francisco Marto
Francisco Marto, cuya iconografía lo presenta con una capucha portuguesa en la cabeza y un chaleco corto, con el bastón y la bolsa de farnel (mochila) al cuello, nació el 11 de junio de 1908 y fue bautizado el 20 de junio en la Iglesia Parroquial de Fátima.
Con apenas 8 años de edad, comenzó, con su hermana Jacinta, a pastorear el rebaño de sus padres por la zona de la Cova de Iria, lugar donde, juntamente con la prima Lucía, vinieron a testimoniar las Apariciones, durante las cuales podía apenas ver, sin oír o hablar.
Llevado por el deseo íntimo de consolar al corazón de Jesús, pues – decía él – quería dar alegría a un Dios que estaba triste con los agravios a su corazón.
Francisco vivió intensamente la oración contemplativa. Para eso, pasaba horas seguidas en oración en frente al sagrario, en la Iglesia Parroquial de Fátima.
Esas ganas de desagraviar el corazón de Jesús y de dedicarse enteramente a la oración lo llevó a desistir de ir a la escuela, a pesar de, en las Apariciones, Nuestra Señora de Fátima les había pedido para que aprendiesen a leer y a escribir.
El 18 de octubre de 1918, poco más de un año después de la última Aparición, Francisco enferma, víctima de la epidemia de la gripe neumónica que asoló al país, la llamada gripe española.
El 2 de abril del año siguiente, se confiesa y recibe la comunión por última vez «con una gran lucidez y piedad», como escribe el párroco de Fátima en el Libro de Óbitos, al registrar su muerte, el 4 de abril, agregando:
«Y confirmó que había visto una Señora en la Cova de Iria y Valinho».
Francisco fue sepultado en el cementerio de Fátima, de donde sus restos mortales fueron exhumados, el 17 de febrero de 1952, y trasladados para la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, el 13 de marzo de 1952, reposando en el brazo derecho del transepto.
Jacinta Marto
Jacinta Marto tuvo una vida todavía más corta que la de su hermano Francisco.
Nacida el 11 de marzo de 1910, también en Aljustrel, no llega a alcanzar los 10 años de edad, al fallecer en Lisboa, igualmente víctima de la neumónica, el 20 de febrero de 1920, lejos de la familia, «pero consolada con la certeza de ir para el Cielo», narra Hermana Lucía, su prima y también vidente de Fátima.
En las Apariciones, Jacinta veía y oía, pero no hablaba.
Según la prima Lucía, Jacinta se afligía con el sufrimiento de los pecadores desde que se apercibiera en la visión del Infierno (Aparición del 13 de julio de 1917) y su corazón se llenó de compasión por ellos y de devoción al Inmaculado Corazón de María.
Esa profunda devoción la llevó a la oración intensa y a soportar sacrificios por los pecadores, recordó además Lucía en sus escritos, en los cuales recuerda que la prima sufría con el alejamiento de la familia, con saudades de la madre, llorando con hambre en los períodos en que hacía ayuno por compasión por los pecadores.
Jacinta dijo haber tenido varias apariciones de Nuestra Señora durante su enfermedad, en casa, en la Iglesia de Fátima, en el orfanato donde estuvo, en Lisboa, antes de ser internada y, después, en el Hospital de D. Estefanía.
Tal como el hermano, enferma con la gripe española, en octubre de 1918, habiendo sido internada por primera vez en el hospital de Vila Nova de Ourém, del 1 de julio al 31 de agosto de 1919, ya después de la muerte de Francisco.
Al año siguiente, año de su muerte, vuelve a ser internada, esta vez en el Hospital de D. Estefanía, en Lisboa, el 2 de febrero. Fue operada, pero acabó por fallecer el 20 de febrero, «con la mayor tranquilidad, sin haber comulgado», a pesar de haber pedido insistentemente que le diesen la comunión, pues, decía, moriría en breve, según el relato del médico que la acompañó, Eurico Lisboa.
Su cuerpo fue llevado para Vila Nova de Ourém, en cuyo cementerio fue sepultado el 24 de febrero, en el depósito de los condes de Alvaiázere.
El 30 de abril de 1951, sus restos mortales son identificados y trasladados para el brazo izquierdo del transepto de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Fátima al día siguiente, 1 de mayo de 1951.
Proceso de Canonización
Precisamente un año después, el 30 de abril de 1952, el obispo de Leiria, Mons. José Alves Correia da Silva, abre los dos procesos diocesanos sobre la fama de santidad y las virtudes de los dos hermanos.
Siguiendo caminos paralelos, la fase diocesana del proceso de Jacinta es encerrada el 2 de julio de 1979, conteniendo 77 sesiones y 27 testimonios. El proceso de Francisco es encerrado, un mes después, el 1 de agosto, con 63 sesiones y 25 testimonios.
Diez años después, el 13 de mayo de 1989, Juan Pablo II decreta la heroicidad de las virtudes de Francisco y Jacinta y los dos pastorcitos pasan a ser considerados venerables, lo que ocurre por primera vez en la Historia de la Iglesia Católica con niños no-mártires.
El paso siguiente en el proceso de beatificación de Francisco y Jacinta ocurre diez años después, el 28 de junio de 1999, cuando el Papa Juan Pablo II promulga el decreto sobre el milagro de la cura de Emilia Santos, obtenido por intercesión de los dos pastorcitos, abriendo el camino a la beatificación, cuya celebración vino a ocurrir, en Fátima, al año siguiente, el 13 de mayo.
La beatificación estaba preparada para tener lugar en Roma, pero por voluntad del Papa Juan Pablo II, la celebración fue transferida a Fátima, donde el Papa beatificó a Francisco y Jacinta Marto, presentándolos a la Iglesia y al mundo como «dos candelas que Dios encendió para iluminar la humanidad en sus horas sombrías e inquietas».
El decreto pontificio concede que los venerables Francisco y Jacinta sean considerados beatos, con fiesta litúrgica el 20 de febrero.
La Hermana Lucía estuvo presente en la celebración de la beatificación de los primos y tuvo en esa altura su último encuentro con Juan Pablo II.
Francisco y Jacinta Marto fueron canonizados en el Santuario de Fátima, el 13 de mayo, durante la Misa de la primera Peregrinación Internacional Aniversario del Centenario de las Apariciones, presidida por el Papa Francisco.
Se tornaron así los más jóvenes santos no-mártires de la historia de la Iglesia Católica. (JSG)
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