Rosario (Jueves, 01-03-2018, Gaudium Press) El P. Alberto Murialdo, párroco de San Vicente de Paúl, en Rosario en Argentina, no habla desde la academia, sino desde su realidad personal como pastor en una zona de las periferias de la ciudad.
Ante el reciente asesinato de dos jóvenes en el barrio Puente Gallego, el P. Murialdo trató del acostumbramiento que va teniendo la sociedad a estas situaciones violentas, donde criminalidad se entrelaza con consumo y venta de drogas, una situación que agobia a la gran mayoría de las grandes urbes.
«Ante los grandes problemas, sólo vale que las personas se unan para enfrentarlos. Si permanecemos pasivos, o nos peleamos y desautorizamos entre nosotros, la batalla está perdida», sostuvo en una reflexión ante los últimos acontecimientos.
«Obviamente estas líneas van dirigidas a todos aquellos que quieran reflexionar y buscar soluciones. Muchos ya no quieren o no pueden hacerlo», lamentó.
A continuación, la reflexión completa del presbítero, en un despacho de la agencia AICA:
Como sacerdote de estos barrios y ante los últimos acontecimientos de público conocimiento quisiera compartir estas reflexiones. Podría permanecer en silencio, pero prefiero expresarme.
Nos estamos acostumbrando a este tipo de situaciones que tienen su raíz en el consumo y venta de la droga, si, de la droga. Y cuando estos sucesos trágicos y dolorosos ocurren buscamos responsabilidades. La policía que no controla y deja hacer. Los que vienen de fuera y establecen su negocio aquí.
Pero lo que no pensamos es lo siguiente. ¿Qué valoración tengo yo de la droga? ¿Es buena o es mala para mí? ¿Puedo consumirla sin ningún perjuicio? ¿Puedo tomarla y dejarla cuando quiera sin que ella maneje mi vida? Si hay un ser querido cerca mío que atraviesa esta situación, soy capaz de preguntarle ¿cómo estás? ¿necesitás que te ayude en algo? O también ¿con qué dinero compraste esto? ¿dónde vas de noche que volvés tarde y a la mañana dormís o estás dormido?
Ante los grandes problemas, sólo vale que las personas se unan para enfrentarlos. Si permanecemos pasivos, o nos peleamos y desautorizamos entre nosotros, la batalla está perdida.
Hay muchos hermanos que en asociaciones vecinales, clubes, organizaciones, escuelas y centros de salud trabajan con dedicación para ofrecer espacios de contención, recreación y promoción. ¡Ellos son nuestra fortaleza! También existen en nuestros barrios numerosas denominaciones religiosas con sus respectivas comunidades. ¡Ellas también lo son! Ningún creyente recibirá ni impartirá otra enseñanza que la que repite el salmo «al que va por el buen camino, le haré gustar la salvación de Dios». En esto los creyentes debemos también estar unidos, en trabajar y orar juntos para que este flagelo desaparezca. Del mismo modo, sin agredirnos ni desautorizarnos.
Obviamente estas líneas van dirigidas a todos aquellos que quieran reflexionar y buscar soluciones. Muchos ya no quieren o no pueden hacerlo.
El miércoles pasado, luego de los acontecimientos del día martes registrados en Puente, participaba en el Camping de Judiciales de un campamento con chicos del Centro de Niñez que funciona en la capilla Ntra. Sra. del Carmen. Allí, la alegría del compartir. Aquí, el dolor y la violencia. Una contracara habitual en nuestros barrios. Sigamos trabajando para que lo primero se imponga sobre lo segundo, para que el bien venza al mal. Fraternalmente.
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