Ciudad del Vaticano (Lunes, 12-03-2018, Gaudium Press) En el Ángelus dominical, el Papa Francisco explicó porqué la Iglesia llama a ese domingo el «Domingo laetare», domingo de la alegría, el cuarto domingo de Cuaresma.
El Santo Padre recordó que la antífona de ingreso de la liturgia eucarística invita a la alegría. «Alégrate, Jerusalén (…).Regocíjense los que estuvieron tristes para que exulten». ¿Cuál es el motivo de esta alegría? – se preguntó el Pontífice. Es el gran amor de Dios hacia la humanidad, tal como lo indica el Evangelio del día: «Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna» (Jn 3,16).
Incluso, cuando la situación parece desesperada, Dios puede intervenir, ofreciendo la salvación. «Dios de hecho no está alejado, sino entra en la historia de la humanidad para animarla con su gracia y salvarla», expresó Francisco.
La conciencia de la necesidad de la intervención de Dios en la historia y en nuestras vidas, nos debe prevenir contra el orgullo y la autosuficiencia.
«Cuando encontramos la valentía de reconocernos por aquello que somos -afirmó el Papa- nos damos cuenta de ser personas llamadas a confrontarnos con nuestra fragilidad y nuestros límites. Entonces puede suceder que caigamos en la angustia, la inquietud del mañana, el miedo a la enfermedad y a la muerte».
Entretanto, nuestra verdadera y gran esperanza en Dios Padre rico de misericordia, que nos ha donado a su Hijo para salvarnos y esta es nuestra alegría. «Nosotros no debemos desanimarnos -afirma le Pontífice- cuando vemos nuestros límites, nuestros pecados, nuestras debilidades: Dios está ahí, Jesús está en la cruz para sanarnos. Este es el amor de Dios. Ver el crucifijo y decir dentro: ‘Dios me ama’. Es verdad, agrega el Papa, estan estos límites, estas debilidades, estos pecados, pero Él es más grande de los límites y de las debilidades, de los pecados».
El Pontífice concluyó su meditación pidiendo a la Virgen que nos ponga en el corazón la certeza de que somos amados por Dios, que esté cerca de nosotros en los momentos en los cuales nos sentimos solos y nos comunique los sentimientos de su Hijo Jesús, para que nuestro camino cuaresmal sea una experiencia de perdón, de acogida y de caridad.
Con información de Vatican News
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