Redacción (Lunes, 12-03-2018, Gaudium Press) Habiendo Jesús cumplildo doce años de edad, ocurrió un acontecimiento que causó gran dolor a Nuestra Señora.
El Niño discernía el pésimo estado de la opinión pública de Israel
En Israel, a partir de los doce años el hombre se tornaba responsable delante de Dios por sus propios actos. Entraba él con pleno derecho en la Alianza de Israel con el Creador y era obligado a cumplir todas las prescripciones legales mosaicas, entre ellas la de peregrinar anualmente a Jerusalén por ocasión de las grandes festividades, esto es, Pascua, Pentecostés y Tabernáculos.
En una fiesta de Pascua Jesús se integró juntamente con sus padres en una caravana que se dirigía al Templo de Jerusalén. Dada la distancia de Nazaret a la Ciudad Santa, el viaje hecho a pie demoró unos cuatro días. Llegando a Jerusalén, la Sagrada Familia se hospedó en una casa.
Observando las personas en las calles y en el Templo, Jesús «discernía el pésimo estado de la opinión pública de Israel, la cual, entretanto, amaba».
Cuando la Sagrada Familia quedaba a solas en la residencia, Jesús «trataba de oír los comentarios de sus padres y después les transmitía sus maravillosas impresiones, de las cuales la Santa Pareja estaba ávida.
«De modo muy simple, pero con sabiduría inigualable, les explicaba el simbolismo de las ceremonias de Pascua, con profundidades que ambos no habían alcanzado, desde los aspectos metafísicos hasta la relación con el mundo angélico y, sobre todo, con su propia misión. El tema desembocaba en apreciaciones sobre el nuevo sacrificio que sería instituido, la Santa Misa, el sacerdocio de la Nueva Ley y los demás Sacramentos.»
Conversación con aquel que vendría a ser San Santiago Mayor
«Nuestro Señor también trató en esas conversaciones sobre la tremenda decadencia del pueblo electo y la principal de sus causas: la maldad del Sanedrín y de los sacerdotes, los cuales corrompían las almas que a ellos se aproximaban.
«Al hablar a ese respecto, Nuestro Señor manifestaba mayor ira e indignación, mostrando cómo esas autoridades eran llamadas a preparar Israel para su venida, pero se habían entregado al demonio, constituyendo una verdadera máquina al servicio de satanás dentro del Templo de Dios.»
«Después de una semana de estadía en Jerusalén, ‘acabados los días de la fiesta’ (Lc 2, 43a), era el momento de volver a Nazaret, también en caravana. Durante todo ese período Nuestro Señor había permanecido junto a Nuestra Señora o a San José, pues era hábito en esas peregrinaciones formarse una comitiva de mujeres y otra de hombres.
«Con todo, cuando se inició el viaje de regreso, Él pidió permiso a su Madre Santísima para acompañar a un primo de quien gustaba mucho: Santiago, hijo del Zebedeo, [futuro Apóstol San Santiago Mayor] cuyos padres viajaban con la Sagrada Familia. Ella, naturalmente, autorizó. Después de conversar un poco con el primo pequeño, Jesús se alejó con discreción y «se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo percibiesen» (Lc 2, 43b).
«No hubo, por tanto, la menor distracción de Nuestra Señora o de San José, pues ellos confiaban, a cuan justo título, en el eximio comportamiento de su Hijo.
Visita a los lugares donde ocurrirían los pasos de la Pasión
«El Niño Jesús no fue directamente al Templo. Primero fue a visitar aquellos lugares de Jerusalén donde sufriría dos décadas más tarde, y allí contempló todos los pasos de la Pasión.
«Llegado al Monte Calvario, rezó largas horas arrodillado sobre la arena, muy compenetrado, de cabeza baja y apoyada en las manos, pidiendo por el cumplimiento de su misión, pues sabía cuánto sería ardua, incluso para Él, Hombre-Dios.»
María Santísima y su virginal esposo iniciaron el camino de vuelta a Nazaret. «Solo al final del día, cuando las familias se reagrupaban para pasar la noche, Nuestra Señora percibió que el Niño Jesús no estaba con San José. Buscando «entre los parientes y conocidos» (Lc 2, 44), constató que su Hijo había desaparecido». Entonces, ambos comenzaron a regresar a Jerusalén.
«Nuestra Señora era atormentada por la idea de que Él fuera preso y estuviese siendo sacrificado sin su conocimiento y amparo…»
¿Había llegado la hora? ¿Por qué? ¿Quizá la hubiese abandonado para morir crucificado sin que su Madre padeciese junto a Él todos esos suplicios, y solo lo encontrase muerto?
Mientras tanto, el Niño continuaba en Jerusalén. Después de la peregrinación por la futura Vía-Sacra, Nuestro Señor Jesucristo fue al Templo.
Se forma una rueda de personas en torno a Jesús
«Observando de afuera el lugar sagrado, rezó fervorosamente al Padre Celestial en la esperanza de que los sacerdotes se convirtiesen, a pesar de conocer la terrible corrupción moral en que muchos de ellos vivían.»
Entrando al patio interior, el Niño comenzó a abordar personas que por allí pasaban. Jesús irradiaba una luz y una inocencia tan cautivantes que, en poco tiempo, se formó una rueda en torno a Él.
«Tal movimiento luego fue detectado por los miembros del Sanedrín, que mandaron verificar qué estaba aconteciendo […].
«Tomado de indignación, Jesús desató una increpación relativa a la situación de la religión judaica, y se dirigió, sobre todo, a los fariseos, por el mal que hacían al pueblo, pero con mucho respeto y sin atacarlos directamente, de forma a no crear problemas para sí.
«El Sanedrín luego percibió que jamás conseguiría controlar aquel Niño. Planearon entonces ganarlo para su partido, pues el hecho de Él estar desligado de su supervisión constituía un peligro seguro. Por eso las disputas continuaron en los dos días subsecuentes, acentuando las humillantes impresiones de los magistrados…
«Se comprende con facilidad que, cuando Nuestro Señor inició la vida pública, ellos lo conociesen y odiasen con furor satánico. ¡Los campos estaban definidos hacía muchos años!
«Apenas algunos sacerdotes y doctores de la Ley, con buenas intenciones, simpatizaron con Nuestro Señor […] A pesar de no manifestarse a su favor en aquel momento, esos, entre los cuales se encontraba Nicodemo, acabaron alejándose de la peor facción del Sanedrín.»
Nuestra Señora y San José continuaban su caminata rumbo a Jerusalén, buscando encontrar a Jesús.
Por Paulo Francisco Martos
(in «Noções de História Sagrada» -143)
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Bibliografía
MALDONADO, SJ, Juan de. Comentarios a los cuatro Evangelios. Evangelios de San Marcos y San Lucas. Madrid: BAC, 1951, v. II, p.429.
CLÁ DIAS, João Scognamiglio, EP. São José: quem o conhece?… São Paulo: Instituto Lumen Sapientiae. Arautos do Evangelho. 2017, p. 321.333.340 passim.
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