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Santa Sede a Naciones Unidas: Respetar la dignidad de la mujer también significa valorar la maternidad

Nueva York (Sábado, 24-03-2018, Gaudium Press) En una declaración a los Delegados de la Comisión sobre el Estatus de la Mujer durante un evento sobre la dignidad humana de las mujeres y niñas rurales, el Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, Arzobispo Bernardito Auza, recordó que el trabajo en afirmar la dignidad de la mujer pasa también por el reconocimiento de la feminidad y la maternidad.

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Mons. Bernardito Auza,  Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas. Foto: Holy See UN.

«Respetar la dignidad de la mujer significa aceptar y valorar al nivel de su humanidad plena, incluyendo el significado maternal de su comunidad y los patrones innatos de su ciclo de fertilidad», indicó Mons. Auza. «Estos ritmos y los fines maternales a los cuales ellos se dirigen no son problemas para ser resueltos, malestares para ser remediados o, peor, males para ser rechazados, sino aspectos de la mujer que deberían ser abrazados como parte de la reverencia debida a la mujer de acuerdo a su dignidad». El Observador Permanente rechazó la definición actual de los llamados «derechos sexuales y reproductivos», que no corresponde a la dignidad plena de la mujer al no incluir el respeto por los aspectos maternales del cuerpo y la personalidad de las mujeres y socavar su pleno desarrollo.

«Existe otro camino. Un camino en línea con su dignidad. Un camino que trata a la feminidad en todos sus aspectos como un don en lugar de una imperfección, una enfermedad o una maldición», indicó el Arzobispo. «Un camino que abarca la salud de la mujer con la totalidad de su personalidad, su mente y su cuerpo y fomenta su crecimiento en la aceptación personal, la madurez y el amor de entrega. Una vez que una mujer es acogida de esta forma su genio femenino, sus poderes especiales de cuidar a otros y servir al bien de otros son desatados en el trabajo, en el hogar y en su vida como un todo. No sólo se beneficia ella, sino que beneficia a todos».

El prelado recordó que la Iglesia no se opone a la salud sexual y a la salud reproductiva de las mujeres, términos que en sí mismos no deberían significar ninguna polémica. Sin embargo, recordó que estos objetivos se vuelven controversiales «cuando existe un intento de usarlos para presionar una agenda estrecha que conceptualmente trata el funcionamiento normal y saludable de un cuerpo de una mujer y la maternidad que naturalmente se asocia con la actividad sexual como enfermedades que deban ser curadas o algo que deba ser suprimido».

El Arzobispo recomendó introducir en las políticas un programa de salud femenino que enseña a las mujeres y niñas a entender mejor sus cuerpos y a reconocer sus signos hormonales y vitales de salud, al tiempo que invitó a abordar de una manera natural los tratamientos de la salud reproductiva en lugar de manipularla a través de fármacos.

Con información de Holy See Mission.

 

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