Redacción (Viernes, 28-03-2018, Gaudium Press) Con ocasión de la Fiesta de la Divina Misericordia, que ocurrirá el 8 de abril, Segundo Domingo de Pascua, este 30 de marzo, Viernes Santo, inicia la Novena de la Misericordia.
Fue el propio Jesucristo quien se le reveló a Santa Faustina Kowalska, religiosa polaca conocida como «Apóstol de la Misericordia», para que propagara la devoción a su Misericordia Divina, confiándole la oración de la Coronilla, y pidiéndole rezarla durante nueve días seguidos.
«Deseo que durante esos nueve días lleves a la almas a la fuente de mi misericordia para que saquen fuerzas, alivio y toda gracia que necesiten para afrontar las dificultades de la vida y especialmente en la hora de la muerte», le dijo Nuestro Señor a la santa polaca, tal como quedó escrito en su diario.
Jesús, también le señaló: «Cada día traerás a mi corazón a un grupo diferente de almas y las sumergirás en este mar de mi misericordia. Y a todas estas almas yo las introduciré en la casa de mi Padre (…) Cada día pedirás a mi Padre las gracias para estas almas por mi amarga pasión».
Fue a mediados de septiembre de 1935, mientras Sor Faustina se hallaba en profunda meditación, cuando Nuestro Señor le confió la oración de la Coronilla de la Divina Misericordia y tambén el rezo de la Novena: «Esta oración es para aplacar Mi ira. La rezarás durante nueve días con un rosario común, de modo siguiente: primero rezarás una vez el Padre Nuestro y el Ave María y el Credo, después, en las cuentas correspondientes al Padre Nuestro, dirás las siguientes palabras: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísmo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero; en las cuentas del Ave María, dirás las siguientes palabras: Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Para Terminar, dirás tres veces estas palabras: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nostoros y del mundo entero».
El 23 de mayo del año 2000, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, estableció, por indicación del Papa Juan Pablo II, celebrar la fiesta de la Divina Misericordia cada segundo Domingo de Pascua / Foto: José Villalta por Cathopic. |
Novena de la Divina Misericodia
Primer día: «Hoy, tráeme a toda la humanidad y especialmente a todos los pecadores, y sumérgelos en el mar de mi misericordia. De esta forma, me consolarás de la amarga tristeza en que me sume la pérdida de las almas». (Se reza la Coronilla de la Misericordia)
Segundo Día: «Hoy, tráeme a las almas de los sacerdotes y los religiosos, y sumérgelas en mi misericordia insondable. Fueron ellas las que me dieron fortaleza para soportar mi amarga pasión. A través de ellas, como a través de canales, mi misericordia fluye hacia la humanidad». (Se reza la Coronilla e la Misericordia)
Tercer Día: «Hoy, tráeme a todas las almas devotas y fieles, y sumérgelas en el mar de mi misericordia. Estas almas me consolaron a lo largo del vía crucis. Fueron una gota de consuelo en medio de un mar de amargura». (Se reza la Coronilla de la Misericordia)
Cuarto Día: «Hoy, tráeme a aquellos que no creen en Dios y aquellos que todavía no me conocen. También pensaba en ellos durante mi amarga pasión y su futuro celo consoló mi Corazón. Sumérgelos en el mar de mi misericordia». (Se reza la Coronilla de la Misericordia)
Quinto Día: «Hoy, tráeme a las almas de los hermanos separados y sumérgelas en el mar de mi misericordia. Durante mi amarga pasión, desgarraron mi cuerpo y mi Corazón, es decir, mi Iglesia. Según regresan a la Iglesia, mis llagas cicatrizan y de este modo alivian mi pasión». (Se reza la Coronilla de la Misericordia)
Sexto Día: «Hoy, tráeme a las almas mansas y humildes y las almas de los niños pequeños y sumérgelas en mi misericordia. Estas son las almas más semejantes a mi Corazón. Ellas me fortalecieron durante mi amarga agonía. Las veía como ángeles terrestres que velarían al pie de mis altares. Sobre ellas derramo torrentes enteros de gracias. Solamente el alma humilde es capaz de recibir mi gracia; concedo mi confianza a las almas humildes». (Se reza la Coronilla de la Misericordia)
Séptimo Día: «Hoy, tráeme a las almas que veneran y glorifican mi misericordia de modo especial y sumérgelas en mi misericordia. Estas almas son las que más lamentaron mi pasión y penetraron más profundamente en mi Espíritu. Ellas son un reflejo viviente de mi Corazón compasivo. Estas almas resplandecerán con una luz especial en la vida futura. Ninguna de ellas irá al fuego del infierno. Defenderé de modo especial a cada una en la hora de la muerte». (Se reza la Coronilla de la Misericordia)
Octavo Día: «Hoy, tráeme a las almas que están en la cárcel del purgatorio y sumérgelas en el abismo de mi misericordia. Que los torrentes de mi sangre refresquen el ardor del purgatorio. Todas estas almas son muy amadas por mí. Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a mi justicia. Está en tu poder llevarles el alivio. Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de mi Iglesia y ofrécelas en su nombre. Oh, si conocieras los tormentos que ellas sufren ofrecerías continuamente por ellas las limosnas del espíritu y saldarías las deudas que tienen con mi justicia». (Se reza la Coronilla de la Misericordia)
Noveno Día: «Hoy, tráeme a las almas tibias y sumérgelas en el abismo de mi misericordia. Estas almas son las que más dolorosamente hieren mi Corazón. A causa de las almas tibias, mi alma experimentó la más intensa repugnancia en el Huerto de los Olivos. A causa de ellas dije: Padre, aleja de mí este cáliz, si es tu voluntad. Para ellas, la última tabla de salvación consiste en recurrir a mi misericordia». (Se reza la Coronilla de la Misericordia)
Con información de Diario de Santa Faustina Kowalska -Editorial de los Padre Marianos de la Inmaculada Concepcion y EWTN.
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