Redacción (Miércoles, 04-04-2018, Gaudium Press) Después del episodio de la perdida y el encuentro del Niño Jesús en el Templo, El volvió con sus padres a Nazaret y «les era sumiso» (Lc 2, 51). Nos causa profunda admiración considerar como la Segunda Persona de la Santísima Trinidad obedecía a María y José, meras criaturas.
San José iniciaba y concluía las oraciones
¿Cómo era el día a día de la Sagrada Familia? (1)
«Después de despertar, al nacer el sol, el primer acto era reunirse para rezar. Nuestra Señora, con su voz sublime, entonaba algún Salmo, que elegía intuyendo la nota sobrenatural que marcaría el día. Previendo que la perspectiva del dolor o de la esperanza daría el tono, variaba la elección de forma apropiadísima. A veces algunos Ángeles aparecían en ese momento y se asociaban al cántico.
«Quien iniciaba y concluía las oraciones era San José, en cuanto jefe y patriarca de la familia. El Niño Jesús, desde que comenzó a hablar, formulaba un pedido, que siempre dejaba a sus padres encantados, pues se refería a las revelaciones que Él les hacía sobre el futuro de su vida, de la Iglesia y del mundo. A seguir, se servían de un frugal desayuno preparado por Nuestra Señora o por algunas de sus amigas, que con Ella convivieran en el Templo y la ayudaban trayendo alimentos.
«Luego después San José se dirigía a la modesta oficina donde fabricaba los muebles, que quedaba al lado. El Niño Jesús, en general, prefería permanecer en casa gozando de la compañía silenciosa de su Madre, pero también acompañaba a San José para auxiliarlo en el trabajo y conversar un poco con él.
«Estar juntos, mirarse y quererse bien»
«El período de la tarde era propicio para recibir visitas. El trato de Nuestra Señora hacia las personas era de una bondad y de una solicitud fuera de lo común, aun con relación a las que nutrían hacia ella sentimientos de envidia. También muchas damas afligidas acudían a Ella, a fin de recibir sus consejos. En general, para los israelitas que pertenecían a la veta fiel, era un consuelo encontrar a Jesús en la compañía de José y María.
«Al atardecer, la Sagrada Familia se reunía nuevamente para rezar y, después, comentaba un poco las noticias del día; era el momento de estar juntos, mirarse y quererse bien.
«Durante la cena se daban las mejores conversaciones, pues la paz y la solemnidad de la noche disponían naturalmente los espíritus para elevarse a los temas más teológicos e históricos.
«Terminada la comida rezaban en conjunto, y en seguida cada uno se recogía en su cuarto, permaneciendo ellos en contemplación durante cierto tiempo antes de reposar. Jesús, a medida que se desenvolvía, aprovechaba el período de la noche para hacer largas vigilias, rogando con fervor por la conversión de los hombres que debía redimir.»
Esa fue la convivencia más feliz y sacral que hubo y habrá en la Historia, reflejo magnífico de la convivencia entre las tres Personas de la Santísima Trinidad.
«Los sábados frecuentaban la sinagoga, y al regreso Nuestro Señor tejía diversos comentarios, sea sobre la psicología de los presentes, o sobre el sentido de los textos sagrados. Les explicaba la intención de Dios al establecer cada una de las leyes dadas a Moisés y el significado de las profecías.»
Horizontes vastísimos y sublimes
Afirma San Lucas que «Jesús crecía en estatura, en sabiduría y gracia, delante de Dios y de los hombres» (Lc 2, 52).
Siendo Dios, Nuestro Señor es la propia sabiduría. El Apóstol aquí se refiere a la manifestación de su sabiduría, que se tornaba cada vez más esplendorosa. «Así, con el correr de los años las conversaciones con sus padres y parientes cercanos tomaron tonalidades más profundas, siendo develados por Él horizontes vastísimos y sublimes.
«La convivencia de la Sagrada Familia no era un relacionamiento entre eruditos y, por eso, las cuestiones más elevadas eran introducidas con naturalidad en las conversaciones.
«Sabiendo que su Madre se encantaba al ver un bello pajarito, Nuestro Señor mostraba con cuanta gracia, ligereza y agilidad Dios había creado esas aves, y como cada criatura, por menor y más simples que fuese, contenía vestigios de la Trinidad.
Delinear y definir todo el futuro de la Historia de la Iglesia
«La principal razón por la cual Jesús permaneció tantos años alejado de la vida pública fue para, junto con Nuestra Señora y San José, delinear y definir todo el futuro de la Historia de la Iglesia que Él venia a fundar, como que edificando en el corazón de sus santos padres aquello que efectuaría a lo largo de los siglos venideros.
«Dios es sumamente Jerárquico, amante de las mediaciones, y desea tornar partícipes del cumplimiento de sus planes a aquellos a quien más ama. Él siempre anuncia sus sapientísimos designios a algunos para después, cuando estos los hayan amado y aceptado, pasar a la realización histórica.
«La casa de Nazaret fue, pues, el cuartel general donde Nuestro Señor quiso pedir la anuencia de Nuestra Señora y de San José para la ejecución de los proyectos divinos. De esa forma, todo el desenvolvimiento de la Redención y las grandes intervenciones de Dios en la Historia, hasta el fin de los tiempos, se dieron antes en los inmaculados corazones de María y de José.»
Que Nuestra Señora nos obtenga la gracia de que nuestros pensamientos siempre estén volcados hacia las cosas elevadas, nobles y sublimes, a fin de nos unirnos a Jesús y, por su misericordia, alcanzar el Cielo.
Por Paulo Francisco Martos
(en Nociones de Historia Sagrada – 145)
(1) Las citaciones de esta nota son tomadas de São José: Quem o conhece? Mons. João Scognamiglio Clá Dias. Arautos do Evangelho e Instituto Lumen Sapientiae. São Paulo. 2017
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