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Roma (Martes, 17-04-2018, Gaudium Press) En la tarde del domingo, el Papa Francisco salió del Vaticano y fue hasta el barrio Corviale, sur de Roma, para visitar la Parroquia de San Pablo de la Cruz. Esta fue su décima sexta visita a una parroquia romana.
Antes de celebrar la Misa con los parroquianos, Francisco respondió a las preguntas de algunos niños y encontró a los ancianos. Su homilía no fue preparada, sino proferida de forma improvisada.
De hecho, quien asistió el encuentro del Papa Francisco con los niños de la catequesis de la Parroquia de San Paulo de la Cruz en Corviale quedó conmovido.
El Papa respondía preguntas de los alumnos del catecismo, sin embargo a uno de ellos parecía imposible hacer la pregunta que tenía para hacer.
Él estaba avergonzado, parecía incapaz de preguntar y hasta de decir algo.
Pero luego todos entendieron que lo que él tenía para preguntar al Papa era una cuestión muy difícil de responder:
«Hace poco tiempo que mi padre ya no está entre nosotros. Él era ateo, pero bautizó a sus cuatro hijos. Para mí, era un buen hombre. ¿Mi padre está en el Cielo?».
Viendo que el jovencito estaba incapacitado de hacer la pregunta, Francisco le propuso hacerla bien próximo de él, en su oído.
– ¡Venga, venga… venga! dijo Francisco.
– No puedo… Fue la respuesta del niño Emanuel.
– Ven aquí conmigo. Ven hasta aquí y me dígamelo al oído… Dígame al oído.
Después de un pequeño diálogo con el niño, el Papa le preguntó si podía responder en público su pregunta. Y el niño dijo que sí…
Tras unas previas consideraciones el Papa afirmó que «ese hombre no tenía el don de la Fe, no era creyente, pero bautizó sus hijos. Tenía buen corazón. Y el hijo tiene la duda si el padre, por no haber sido creyente, no esté en el Cielo. Quien dice quien va al Cielo es Dios». El Pontífice le recomendó al niño que rezase por su padre. (JSG)
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