Szczecin (Viernes, 20-04-2018, Gaudium Press) La Hna. Miriam de la Cruz, religiosa del Convento Carmelita del Amor Misericordioso en la ciudad de Szczecin, Polonia, vive una particular «vocación dentro de la vocación». Siendo una ermitaña y llevando un voto de silencio durante 16 años, su testimonio lleva al mundo un mensaje sobre la riqueza de la relación íntima con Dios.
El silencio cumple un imprtante papel en la comunicación y permite ahondar en la intimidad con Dios. Foto: Papaboys. |
«Es extremadamente difícil expresar en palabras cuán feliz es la vida en amistad con nuestro Señor y en contacto incesante con Él», expuso la religiosa en un escrito divulgado por la plataforma Aleteia. «Qué amigo tan fiel, generoso, amable, gracioso, ingenioso y amoroso es Él». La ermitaña explicó que la amistad de Dios «satisface todos los deseos del corazón humano y es una relación que sana todas las heridas y libera de todas las limitaciones». Jesucristo «tiene piedad de nuestras debilidades y muestra una generosidad insuperable».
Para seguir su vocación especial, la Hna. Miriam tuvo que ser dispensada de sus votos en la orden Carmelita y tomar nuevos votos de ermitaña ante el Obispo de Szczecin-Kamien, Mons. Kazimierz Jan Majdanski, en 1988. Desde 2001, la religiosa realizó votos de silencio perpetuo. En una carta escrita en 2006, la Hna. Miriam expuso el sentido de su particular modo de vida.
«El silencio es muy duro para nuestra naturaleza, también para mí. Sin embargo, la vida social humana es posible gracias a una cierta dialéctica del silencio y el hablar, la contemplación y la relación, el liberarse de los deseos del mundo y el disfrute del mundo», comentó. «Por este motivo el papel del silencio en la comunicación interpersonal, en las relaciones, parece crucial y verdaderamente necesario para obtener alguna armonía. Es comunicación lo que sucede dentro del espíritu, donde la plena atención, la amabilidad, la solicitud por el otro y el respeto se originan. Hay una estrecha correlación entre el silencio y el hablar y todo nace del silencio».
De una forma sorprendente, esta ermitaña no vive en un lugar apartado, sino en una cabaña separada del convento carmelita por apenas un muro, junto a un complejo que incluye una escuela primaria, una clínica de oncología, una casa de retiros, una casa parroquial y un refugio de Cáritas para personas sin hogar. En medio del agitado servicio caritativo vive la ermitaña, la única mujer con voto de silencio en Polonia, como pulmón espiritual de una activa comunidad católica.
Con información de Aleteia.
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