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La vida eremítica sigue siendo posible en pleno siglo XXI

Portland (Miércoles, 25-04-2018, Gaudium Press) Hablar de la vida eremítica evoca tiempos pasados, aunque es una vocación que con el paso de los años se ha ido abandonando, aún hoy, en pleno siglo XXI, es posible encontrar religiosos que optan por este estilo de vida.

Una opción vocacional que está reconocida por la Iglesia Católica, como lo recuerda el Código de Derecho Canónico en su número 603: «La Iglesia reconoce la vida eremítica o anacorética, en la cual los fieles, con un apartamiento más estricto del mundo, el silencio de la soledad, la oración asidua y la penitencia, dedican su vida a la alabanza de Dios y salvación del mundo».

«Un ermitaño es reconocido por el derecho como entregado a Dios dentro de la vida consagrada, si profesa públicamente los tres consejos evangélicos corroborados mediante voto u otro vínculo sagrado, en manos del Obispo diocesano, y sigue su forma propia de vida bajo la dirección de éste», explica el Código de Derecho Canónico.

Fue este estilo de vida el que llamó la atención del Hermano Rex, eremita de la Hermandad ‘Little Portion’ de la Diócesis de Portland, Estados Unidos, quien habla de su vocación y rompe algunos mitos sobre los ermitaños de hoy.

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La Iglesia, en el Código de Derecho Canónico, reconoce la vida eremítica / Foto: Fray Javier Garza por Cathopic.

«La gracia me atrajo a esta forma particular de discipulado. El ejemplo de los Padres y Madres del Desierto me atrajo a esta vida. También el ejemplo de muchos de los grandes santos a lo largo de la historia, como Francisco de Asís, un santo conocido que vivió como eremita por un tiempo antes de ser llamado a fundar una fraternidad religiosa de Hermanos», señaló el religioso eremita en una entrevista con Catholic News Agency (CNA).

En un mundo donde el silencio es escaso, donde hay un constante movimiento, y una sociedad hiperconectada con las nuevas tecnologías, resulta extraño tener una vida de ermitaño, pero la oración, el contacto con Dios desde la naturaleza es lo que anima al Hermano Rex a vivir su vocación, por eso no duda en señalar que lo que más le da alegría es poder «pasar largas temporadas en silencio de la soledad», y «estar en la presencia de Dios y del prójimo a través de la oración».

Justamente un factor que llena la vida del religioso eremita es la oración, como lo narra el Hermano Rex: «Un aspecto alegre de mi vocación es que tengo la bendición de ser parte de las vidas de otras personas, ya que me invitan a unirme a ellas a lo largo de su vida a través del ministerio de la oración intercesora».

Por eso, se levanta muy temprano, a eso de las 4:00 a.m., para participar de la Hora Santa entre las 5:00 y las 6:00, y posteriormente asistir a la Misa de 7:00 en una parroquia local. Tras desayunar, dedica lo que le queda de la mañana a la Lectio Divina, y, en ocasiones, a atender a alguna persona para dirección espiritual.

Cuenta que ora por los católicos, por los cristianos no católicos y la sociedad en general: «Ellos, como yo, venimos a experimentar la libertad, la felicidad y el gozo que provienen de someter la propia voluntad y vida al amoroso señorío de Jesucristo».

La tarde, tras la oración del mediodía y el almuerzo, el Hermano Rex la dedica para un tiempo de trabajo, en el cual responde correos electrónicos y recibe solicitudes de oración. A las 5:00 p.m., reza las vísperas, cena temprano -a eso de las 5:30 p.m.- y realiza la oración de la noche a las 7:00 p.m., para ir a descansar a las 8:00 p.m.

Cómo aseguró el eremita al CNA, «este horario es lo suficientemente rígido como para proporcionar estabilidad a mi vocación en el silencio de la soledad, pero lo suficientemente flexible como para hacer recados, citas con el médico, realizar tareas en la ermita».

Con información de CNA.

 

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