Montevideo (Viernes, 27-04-2018, Gaudium Press) El Arzobispo de Montevideo, Uruguay, Cardenal Daniel Sturla, ordenó el pasado 22 de abril dos nuevos sacerdote en la Catedral Metropolitana de Montevideo. En su homilía, el purpurado ofreció consejos a los nuevos presbíteros, entre los cuales se destacó la receta para hallar tiempo para desempeñar las variadas funciones de su servicio apostólico: hacer oración. «Si rezan su tiempo se multiplicará, las nubes se disiparán, los miedos desaparecerán», comentó el Cardenal.
El Cardenal Daniel Sturla, Arzobispo de Montevideo, Uruguay, presidió las ordenaciones sacerdotales del pasado 22 de abril. Foto: Iglesia de Montevideo. |
El purpurado destacó la dignidad sacerdotal de los ordenandos y su carácter eterno. «Cuando lleguen ante el juicio de Dios Misericordioso les mostrarán las manos que serán ungidas en un rato», anticipó el Cardenal, quien continuó: «mis manos, Señor Jesús, han sido tuyas, consagradas por tu Espíritu, con ellas he bendecido hasta a mis propios padres, he bautizado a niños, jóvenes y adultos, he perdonado los pecados, he ungido a los enfermos, he presentado el Pan y el Vino de la ofrenda. En mis manos, Señor, Tú te has hecho presente en el Pan de Vida». Al comparar sus manos con las llagas de Cristo Resucitado, los presbíteros podra? saber si han sido dignos de este gran don, «si sus manos ungidas han sido, a la vez, de trabajadores en la viña del Señor, si están encallecidas por la tarea evangelizadora, si han tocado con sus manos las llagas de Cristo en las llagas de nuestros hermanos que sufren. Si tienen las marcas de los clavos de las críticas, recibidas por ser fieles a la verdad del Evangelio».
El Card. Sturla recordó algunos aspectos del llamado vocacional personal de cada uno de los nuevos sacerdotes y les prometió un intenso trabajo en su apostolado. «Sobrará trabajo y les faltará tiempo. Deberán medir sus fuerzas y tener sus tiempos de descanso para retomarlas», indicó. «Pero hay un secreto que es bueno saberlo y comprobarlo en la experiencia de cada día: si rezan su tiempo se multiplicará, las nubes se disiparán, los miedos desaparecerán. El que multiplicó los panes y los peces, multiplicará el tiempo de los que rezan». El Arzobispo recordó que los presbíteros no están solos, sino que cuentan con el apoyo del clero, el Obispo, sus familias y la comunidad de creyentes.
«Desde el día de hoy María Santísima será doblemente la Madre de ustedes», concluyó . «A Ella los encomendamos en la certeza que esta Madre, dulce y poderosa, sabrá defenderlos, acompañarlos, endulzar sus soledades, curar sus heridas y animarlos a continuar en primera línea al servicio de su Hijo».
Con información de Iglesia de Montevideo.
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