Capilla del Niño Jesús de Praga, Iglesia Santa María de la Victoria / Foto: Sonia Trujillo. |
Praga (Lunes, 28-05-2018, Gaudium Press) El Niño Jesús de Praga es una de las devociones a la infancia de Jesús más difundidas en todo el mundo. En su santuario, la iglesia de Santa María de la Victoria de Praga, República Checa, llegan al año cientos de peregrinos; en España tiene una presencia muy especial, ya que se dice su imagen procede de Sevilla; en América Latina está presente en un sinnúmero de templos, y en Filipinas se le venera de modo muy especial.
La fiesta mundial del «Pequeño Gran Rey», como también se le conoce a la venerada imagen, tendrá lugar el próximo 3, primer domingo del mes de junio, como es la tradición, coincidiendo en esta oportunidad con el fin de semana de la solemnidad del Corpus Christi. En otros países su fiesta tiene lugar el 25 de enero.
La preciosa estatuilla, que fue elaborada en madera y una superficie modelada en cera, mide 47.5 centímetros de alto. Muestra al Niño Jesús, de rostro sereno y alegre, vestido como Rey, portando consigo una corona, bendiciendo con su mano derecha y con la izquierda sosteniendo un globo, que representa el universo.
Hace poco, el 6 de mayo, se celebró su coronación, en Praga. Tradición que nació en el siglo XVII, que tiene lugar todos los años cada primer domingo de mayo, con procesión y la solemne coronación del Divino Infante.
Se cree que la preciosa estatua tiene sus orígenes en España, más propiamente en Sevilla, siendo probablemente tallada en la segunda mitad del siglo XVI. Una leyenda cuenta que fue elaborada por Fray José de la Santa Casa, a quien el Divino Niño se le presentó en varias ocasiones, en una de las cuales lo moldeó. Se dice que el fraile una vez terminó la imagen al ver que quedó tal cual cómo su Sagrado modelo, estalló en risas y llantos, muriendo al instante a los pies de la talla que había moldeado.
Otra leyenda afirma que el pequeño Jesús perteneció a Santa Teresa de Ávila, la santa reformadora de la Orden del Carmelo, quien tenía gran devoción a la infancia de Jesús. Prueba de ello son las imágenes que dejó del Niño Jesús en cada uno de los conventos que fundó (Ver nota anterior: La historia del «Lloroncito», el Niño Jesús de Santa Teresa).
Pruebas ya documentadas indican que la estatuita llegó a Praga en manos de la duquesa española María Manríquez de Lara, quien en 1556 contrajo matrimonio con Vratislav de Pernstein, noble de la entonces Bohemia. Tiempo después la duquesa entregó la imagen a su hija, Polyxena de Lobkowicz, como regalo de bodas; quien posteriormente confió la imagen a los Carmelitas Descalzos de Praga, señalándoles: «Padres míos, os entrego lo más preciado que poseo en el mundo: Honrad mucho a este Niño Jesús y nada os faltará».
Los Carmelitas hacen caso a estas palabras y ubican la imagen en la capilla del noviciado para que los jóvenes se acercasen más a las virtudes del Niño Jesús; pero en 1631, con la ocupación de los Sajones, los religiosos se ven obligados a dejar el convento de Praga, olvidando la preciosa imagen del Divino Niño.
En 1637, con el retorno de la paz a la ciudad checa, los hermanos del Carmelo regresan a su monasterio. Un día el Padre Cirilo de la Madre de Dios, encuentra entre escombros al Pequeño rey con sus manos destrozadas, sintiendo en su corazón: «Tened piedad de mí, y tendré misericordia de ti. Dadme las manos y yo os daré la paz. Cuanto más me honréis, más os bendeciré».
Poco tiempo después, y con algunas dificultades, el Padre Carmelita logra restaurar las manos del Niño Jesús, quien de inmediato empieza a dar grandes bendiciones al Monasterio, a la población local a Praga, luego a Europa y de allí al mundo entero. Años después, los carmelitas ubican la imagen en una capilla especial dentro de la Iglesia de Santa María la Victoria, donde aún permanece y es visitada por sinnúmero de peregrinos.
Oración al Niño Jesús de Praga, compuesta por el Padre Cirilo
Oh Niño Jesús, a ti recurro y te pido que, por la intercesión de tu Madre Santísima,
quieras asistirme en esta necesidad (se expone)
porque creo firmemente que tu divinidad la puede socorrer.
Espero con toda confianza obtener tu Santa Gracia,
Te quiero con todo mi corazón y con todas las fuerzas de mi alma.
Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y te suplico, buen Jesús,
que me des la fuerza para triunfar.
Me propongo no ofenderte más y me ofrezco a ti dispuesto a sufrirlo
todo antes de darte el menor disgusto.
De ahora en adelante quiero servirte fielmente,
y por amor tuyo, oh divino Jesús,
quiero amar a mi prójimo como a mí mismo.
Niño omnipotente, Señor Jesús, de nuevo te suplico:
asísteme en esta situación (decirla),
concédeme la gracia de poseerte eternamente
con María y José, y te adorarte con los santos Ángeles en la corte del Cielo.
Amen.
Con información de pragjesu.cz.
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