Redacción (Viernes, 08-06-2018, Gaudium Press) En la víspera de la fiesta del Inmaculado Corazón de María ofrecemos a los lectores algunas líneas que ojalá puedan servir para entender mejor la devoción al Inmaculado y Sapiencial Corazón de María.
María Santísima es verdaderamente Madre de una bondad inconmensurable. Su desvelo hacia nosotros excede a todo amor conocido, pues no solo es generoso, tierno, envolvente y hasta heroico, sino parece sobrepasar todos los límites.
En Fátima, incluso cuando se refirió a las puniciones reservadas para el mundo impenitente, la Madre de Dios revistió sus amonestaciones de profunda tristeza, demostrando también, por su modo de expresarse, una gran pena de los «pobres pecadores».
A pesar del anuncio de la saludable punición, Nuestra Señora se encuentra lista para obtenernos de su Divino Hijo el perdón.
La condición es que utilicemos los medios por Ella indicados: el aumento en la devoción a Ella, la oración y la penitencia.
No hay por qué extrañar el carácter condicional de esa promesa de perdón, venida de Madre tan bondadosa y misericordiosa. Pues, una vez que alguien está amenazado de castigo por causa de sus pecados, el modo de ser perdonado es dejar de cometerlos.
Devoción al Inmaculado Corazón de María
Para salvar las almas «de los pobres pecadores, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón» – decía la Santísima Virgen en la aparición del 13 de julio de 1917, al tratar del núcleo de su mensaje.
Sin embargo, no fue esta la única ocasión en que Nuestra Señora se refirió a la importancia de esa devoción. La mencionó diversas otras veces en sus mensajes, y tal insistencia no puede dejar de ser seriamente considerada.
Quien se tome de verdadero y sincero amor por esa buena Madre, purísima e inigualable, y ponga en práctica la devoción a su Inmaculado Corazón, será favorecido por su continuo amparo.
Por mayores que hayan sido los pecados cometidos, Nuestra Señora intercederá por el fiel devoto junto a su Divino Hijo, obteniéndole todas las gracias de enmienda de vida y perseverancia en el buen camino.
La devoción al Inmaculado Corazón de María es, por tanto, uno de los principales remedios para la ruina contemporánea.
Corazón Inmaculado, lleno de Sabiduría: Sapiencial
El corazón de María Santísima, o sea, su alma es soberanamente elevada, soberanamente grande, soberanamente seria, soberanamente profunda, porque es sapiencial.
Ella es el vaso de elección en el cual posó el Espíritu Santo, para en él engendrar a Nuestro Señor Jesucristo. Y el único himno que conocemos como proferido por Nuestra Señora en su vida terrenal, es una verdadera maravilla de sabiduría: el Magníficat.
El Magníficat
«Mi alma engrandece al Señor; y mi espíritu exulta en Dios mi Creador; porque consideró la humildad de su sierva, por eso todas las generaciones me llamarán bienaventurada» (Lc. I, 47-48)
Cuánto es posible a una mente creada, Nuestra Señora midió, por su sabiduría, toda la grandeza de Dios, y en esto se alegró. Por otro lado, consideró su pequeñez, y entonces dijo:
«Yo me alegro en Dios mi Salvador, porque Él miró para la bajeza de su esclava».
¡Esto es un poema! Es la esclava que se encanta de ser esclava, de ser pequeña, de ver cómo Dios es infinitamente superior a Ella, y del fondo de su nada glorifica al Señor.
Es el pequeño que reconoce, con agrado, su posición.
El esclavo no tiene derechos, y está colocado abajo de la condición común de los hombres. Pues bien, Nuestra Señora se proclama esclava de Nuestro Señor Jesucristo, precursora de todos los esclavos que Ella tendría a lo largo de los siglos.
Y fue sobre la humildad de esta criatura esclava que satisfizo al Señor poner los ojos, y por eso Ella exulta: porque la grandeza amó la pequeñez.
He aquí la verdadera humildad que ama su lugar inferior, adorando la grandeza que la eleva. He aquí el Inmaculado Corazón de María, que también es Sapiencial. (JSG)
(De la Redacción de Gaudium Press. Fuente: Conferencia de 21/8/1968 de Plinio Corrêa de Oliveira)
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