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Ciudad del Vaticano (Viernes, 15-06-2018, Gaudium Press) Una invitación para redescubrir la belleza del Evangelio: así puede ser interpretado el mensaje del Papa Francisco elaborado en vista de la II Jornada Mundial de los Pobres, que este año se celebrará el 18 de noviembre, durante el 33º Domingo del Tiempo Ordinario.
El tema del mensaje fue extraído del Salmo 34: «Este pobre grita y el Señor lo escucha». Y Francisco lo comenta así en el Mensaje:
«Las palabras del salmista se tornan también las nuestras en el momento en que somos llamados a encontrarnos con las diversas condiciones de sufrimiento y marginalización en que viven tantos hermanos y hermanas nuestros que estamos habituados a designar con el término genérico de ‘pobres'».
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Los tres verbos…
De esta oración, dice el Pontífice, emerge el sentimiento de abandono y de confianza en un Padre que escucha y acoge.
Son tres los verbos que dan énfasis y caracterizan este salmo. En ellos están contenidas la actitud del pobre y su relación con Dios. «Gritar», «responder», «liberar» son las tres acciones que caracterizan la relación pobre-Dios.
«Gritar»
El Papa habla del verbo «gritar». Para él, la condición de pobreza no se agota en una palabra. «Gritar» es más que eso. La palabra se transforma en un grito que atraviesa los cielos y llega hasta Dios.
En un día como este, todos nosotros somos llamados a hacer un serio examen de conciencia, para comprender si somos verdaderamente capaces de escuchar a los pobres, pues es del silencio de la escucha que precisamos para reconocer su voz.
«Responder»
Responder es el otro verbo que caracteriza ese salmo. El Salmista afirma que el Señor no solo escucha el ‘grito’ del pobre, sino Él ‘responde’.
Y su respuesta es una acción repleta de amor y conmiseración para con la condición del pobre.
Dios se transforma en un apelo para que quien cree, en Él pueda proceder de igual modo, dentro de las limitaciones del ser humano.
Francisco describe, entonces, en su Mensaje que «El Día Mundial de los Pobres pretende ser una pequeña respuesta que, de toda la Iglesia, dispersa por todo el mundo, es dirigida a los pobres de todos los tipos y de todas las tierras para que no piensen que su grito haya caído en el vacío».
«Probablemente, es como una gota de agua en el desierto de la pobreza; y, con todo, puede ser una señal de compartir con los que están en necesidad, para sentir la presencia activa de un hermano y de una hermana».
Liberar
El pobre de la Biblia vive con la certeza que Dios interviene a su favor para restituirle la dignidad.
La pobreza no es buscada, sino es creada por el egoísmo, la soberbia, la avidez y la injusticia. Y estos son males tan antiguos como el hombre.
Pero, incluso así continúan siendo pecados que implican tantos inocentes, conduciendo a consecuencias sociales dramáticas.
Francisco cita la falta de medios elementares de subsistencia, la marginalidad, las diversas formas de esclavitud social a pesar de los progresos llevados a cabo por la humanidad…
Y es aquí que entra el verbo «liberar».
«¡Cuántos pobres, como Bartimeo, están hoy al lado del camino y buscan un sentido para su condición! «, escribe Francisco.
Habilitados para reconocer la presencia de Dios…
Entonces, el Papa Francisco denuncia en su Mensaje la aversión a los pobres, considerados no apenas como personas indigentes, sino también como gente que trae inseguridad, inestabilidad y desorientación.
Mientras, en verdad -afirma Francisco-, los pobres son los primeros en estar habilitados para reconocer la presencia de Dios y para dar testimonio de su proximidad en la vida de ellos.
Un día de alegría
Francisco manifiesta el deseo de que esta jornada sea celebrada con la marca de la alegría por el redescubrimiento capacidad de estar juntos:
«Rezar juntos en comunidad y compartir la refección en el día domingo. Una experiencia que nos lleva de regreso a la primera comunidad cristiana».
El Evangelio es bello
Es de esperanza la palabra con la cual Francisco concluye su mensaje:
«Muchas veces, son los pobres que colocan en crisis nuestra indiferencia, hija de una visión de la vida demasiado inmanente y ligada al presente. (…) Es en la medida en que somos capaces de discernir el verdadero bien que nos tornamos ricos delante de Dios y sabios delante de nosotros mismos y de los otros. Es en la medida en que se consigue dar un sentido justo y verdadero a la riqueza, se crece en humanidad y se vuelven capaces de compartir».
Las palabras finales del Pontífice vienen en forma de una invitación para que toda la Iglesia viva este Día Mundial de los Pobres como un momento privilegiado de nueva evangelización.
«Los pobres nos evangelizan, ayudándonos a descubrir cada día la belleza del Evangelio. No dejemos caer en el vacío esta oportunidad de gracia.»(JSG)
De la Redacción Gaudium Press, con información Vatican News.
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