Ciudad del Vaticano (Lunes, 18-06-2018, Gaudium Press) Reflexionando durante la homilía de la Misa del viernes pasado en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco comentó el trecho del Evangelio de ese día cuando San Mateo muestra las palabras de Cristo:
«Todo aquel que mire a una mujer, con el deseo de poseerla, ya cometió adulterio» y «todo aquel que repudie su mujer, la expone al adulterio».
Francisco recomendó una oración «por las mujeres descartadas, por las mujeres usadas, por las jóvenes que tienen que vender la propia dignidad para tener un empleo».
Hombre y Mujer son «imagen y semejanza de Dios»
Jesús pronuncia palabras llenas de sabiduría que «cambian la historia», porque hasta aquel momento la mujer «era de segunda clase», «era esclava», «no gozaba siquiera de plena libertad», afirmó el Pontífice:
«Y la doctrina de Jesús sobre la mujer cambia la historia. Una cosa es la mujer antes de Jesús, otra cosa es la mujer después de Jesús.
Jesús dignifica a la mujer y la coloca al mismo nivel del hombre, porque utiliza aquella primera palabra del Creador, ambos son «imagen y semejanza de Dios», los dos; no primero el hombre y, después, un poquito más abajo, la mujer. No, los dos».
Mujeres como objeto de deseo: pecado contra Dios Creador
En sus palabras, el Papa busca concentrarse en particular en la expresión «desear» una mujer, evocada en el pasaje del Evangelio y observa que «en los programas de televisión, las revistas, los diarios, muestran las mujeres como objeto de deseo, de uso», como en un «supermercado».
Para venderse una cierta calidad de «tomates», se hace de la mujer un objeto, «humillada, sin ropas», haciendo así que se olvide la enseñanza de Jesús que «dignificó» a la mujer, constata el Papa.
Y agrega en sus observaciones que no es necesario ir «tan lejos»: eso sucede también «aquí, donde vivimos», en las «oficinas», en las «empresas», las mujeres «objeto de la filosofía usa y tira», como material descartable», cuando no parece más ser «personas»:
«Esto es un pecado contra Dios Creador, rechazar la mujer, porque sin ella nosotros hombres no podemos ser imagen y semejanza de Dios. Hay una furia contra la mujer, una furia fea. Incluso sin decir eso… ¿Pero cuántas veces las jóvenes precisan venderse para tener un empleo, como objeto usa y tira? ¿Cuántas veces? «Sí, padre yo oí en aquel país…». Aquí en Roma. No ir lejos».
(JSG)
(De la redacción de Gaudium Press, com informaciones de Vatican News)
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