Masaya (Viernes, 22-06-2018, Gaudium Press) La tensión en Masaya, a pocos kilómetros de la capital nicaragüense, se palpa en el aire, se refleja en los rostros, se escucha en los llantos. Desde el inicio de las protestas contra el régimen gubernamental, 24 personas han sido asesinadas en la ciudad cuna del folclor nicaragüense, la Ciudad de las Flores. Sólo en el día de ayer, dos personas fueron heridas por disparos. En total, los muertos ya superan las dos centenas en el país centroamericano.
Con una población de alrededor de 200.000 personas, las barricadas que los pobladores han colocado en Masaya protestando por las medidas estatales, se abrieron ayer para recibir al Cardenal Leopoldo Brenes, Arzobispo de Managua, a Mons. Stanislaw Waldermar Sopmmertag, Nuncio Apostólico en el país, y a Mons. Silvio José Baéz, obispo auxiliar de Managua y quien es natural masayense. La visita de los prelados fue motivada por los serios rumores de que una combinación de fuerzas gubernamentales y paramilitares, desencadenarían una sistemática e intensa ola de violencia contra la población, que de forma casi unánime se manifiesta contra el gobierno.
Poco antes del mediodía llegaron los obispos a Masaya, para contemplar conmovidos como los temerosos pobladores se colocaban de rodillas ante el paso del microbús que los transportaba. Las campanas de las iglesias repicaban, muchos sacaban una estatua de un santo, de la Virgen, las numerosísimas banderas nicaragüenses se mezclaban con algunas del Vaticano, otros portaban las fotos de sus familiares asesinados: estaban llegando sus salvadores. Horas antes, desde las 5:00 am, los disparos continuados los habían hecho permanecer en sus residencias, pero ahora habían perdido el miedo.
«La Iglesia está ahí donde se manifiesta el rostro de su gente… ahí donde se mata inujstamente, por eso estamos aquí», dijo Mons. Silvio Báez, interrumpido por los aplausos lacrimosos de la multitud, en la abarrotada placita de Moninbó. Algo extraño sucedió: un arcoíris cubrió el cielo de la ciudad, de forma que muchos consideraron inexplicable pues no había llovido y había un radiante sol… Pero el temor seguía; se reportaba la presencia de los constantes y mortíferos francotiradores en distintos puntos de la ciudad.
Cerca de las 2:30 de la tarde los obispos llegaron a la iglesia de la Asunción. Allí se realizó una corta procesión con el Santísimo Sacramento, portado por el Cardenal Brenes.
Minutos después, la comitiva episcopal se dirigió a la delegación policial de la ciudad, donde por más de una hora se reunieron con el comisionado, quien les aseguró -en palabras del Cardenal Brenes- que se detendrán los ataques y se liberarán los detenidos en Masatepe, Masaya, Nindiri y otros lugares. El Cardenal dejó como delegados en las ciudad a dos sacerdotes y al director de una entidad de derechos humanos.
El mundo entero ya está atento a lo que ocurra en Masaya. (Gaudium Press / SCM)
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