Ciudad del Vaticano (Lunes, 25-06-2018, Gaudium Press) En el Ángelus de ayer, en la Plaza de San Pedro, el Papa impartió su catequesis sobre la maravillosa vida del Bautista, habida cuenta de la lectura evangélica que exponía al precursor del Señor.
«Hoy la liturgia nos invita a celebrar la fiesta de la Natividad de San Juan Bautista. Su nacimiento es el evento que ilumina la vida de sus padres Isabel y Zacarías, e incluye en la alegría y el estupor a parientes y vecinos. Estos ancianos padres habían soñado y preparado aquel día, pero ya no lo esperaban más: se sentían excluidos, humillados, decepcionados. Ante el anuncio del nacimiento de un hijo, Zacarías se quedó incrédulo, porque las leyes naturales no lo consentían, eran viejos, eran ancianos. En consecuencia el Señor lo dejó mudo durante todo el tiempo de la gestación: es una señal. Pero Dios no depende de nuestras lógicas y de nuestras limitadas capacidades humanas», expresó el Papa.
Nada es imposible para Dios. Esta verdad de fe, es reforzada en nuestros espíritus de manera sensible, con todos los hechos relacionados con San Juan Bautista.
Nada es imposible para Dios
«Ahora que el evento se cumple, ahora que Isabel y Zacarías experimentan que ‘nada es imposible para Dios’, su alegría es grande. La hodierna página evangélica anuncia el nacimiento y luego se detiene en el momento de la imposición del nombre al niño. Isabel elige un nombre extraño a la tradición familiar y dice: ‘Se va a llamar Juan’, don gratuito e a este punto inesperado, porque Juan significa ‘Dios ha hecho la gracia’. Y este niño será heraldo, testigo de la gracia de Dios para los pobres que esperan con humilde fe su salvación. Zacarías confirma de forma inesperada la elección de ese nombre, escribiéndolo en una tablilla – porque era mudo – e «inmediatamente se le soltó la boca y la lengua» y empezó a hablar normalmente bendiciendo a Dios (V.66)», dijo el Pontifice.
Todo lo reflexionado sobre el surgimiento del Precursor, fue ocasión para que el Papa cuestionase acerca del tipo de nuestra fe:
«El pueblo fiel de Dios es capaz de vivir la fe con alegría, con sentido de estupor, de sorpresa y gratitud. Pero veamos aquella gente que hablaba bien de esta cosa maravillosa, de este milagro del nacimiento de Juan, y lo hacía con alegría, estaba contenta, con sentido de estupor, con sorpresa y con gratitud. Y viendo esto preguntémonos: ¿cómo es mi fe? ¿Es una fe gozosa o una fe siempre igual, una fe chata? ¿Tengo sentido del estupor cuando veo las obras del Señor, cuando escucho hablar de cosas de la evangelización o de la vida de un santo, o cuando veo tanta gente buena: ¿siento la gracia dentro, o nada toca mi corazón? ¿Sé sentir las consolaciones del espíritu o estoy cerrado a ello? Preguntémonos cada uno de nosotros en un examen de conciencia: ¿cómo es mi fe? ¿es alegre? ¿está abierta a las sorpresas de Dios? Porque Dios es el Dios de las sorpresas: ¿he experimentado en el alma aquel sentido del estupor que hace la presencia de Dios, el sentido de gratitud? Pensemos en estas palabras, que son estados de ánimo de la fe: alegría, sentido de estupor y gratitud».
El Papa Francisco concluyó su meditación pidiendo a la Virgen que nos ayude a ver la huella de Dios presente en cada ser humano.
Con información de Vatican News
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