Londres (Lunes, 25-06-2018, Gaudium Press) Un análisis publicado por la revista inglesa Catholic Herald propone que las fuertes oleadas de secularismo que han caracterizado la historia reciente de las naciones occidentales podrían estar siendo desafiadas por un retorno a lo sagrado evidenciado en varias iniciativas nacionales. Para el redactor Matthew Schmitz se libra una batalla cultural «entre aquellos que creen que la autoridad tiene un origen divino contra aquellos que la derivarían del procedimiento formal».
Corona, Espada y Orbe de Hungría. |
Entre los hechos que sustentan un retorno a lo divino en los estados occidentales se encuentra la proclamación de Hungría realizada el 01 de enero de 2012, según la cual la «continuidad constitucional de la condición de Estado de Hungría y la unidad de la nación» se encuentra imbuida en la Santa Corona Húngara conocida también como la Corona de San Esteban. Este elemento que perteneció al primer Rey de Hungría, Esteban I es considerado oficialmente como un «atributo sacro». La llamada Doctrina de la Sacra Corona, que equivaldría a una Constitución no escrita, considera desde el siglo XII que ningún monarca húngaro podría tener legitimidad si no era coronado con este elemento.
Otro notable ejemplo fue la entronización de Cristo como Rey de Polonia llevada a cabo el 19 de noviembre de 2016, en un acto oficial en el cual participó el Presidente de la nación, Andrzej Duda, y la Primer Ministro Beata Szydlo. La Eucaristía fue puesta en una Custodia adornada con una corona de oro y el pueblo de Polonia reconoció la autoridad de Cristo sobre la nación polaca. La solemne entronización se realizó 368 años después de la Coronación de la Santísima Virgen como Reina de Polonia realizada por el Rey Juan Casimiro.
La apelación a las raíces religiosas hace parte de diversas campañas políticas, especialmente desde sectores populistas como fue en el caso de Estados Unidos. El actual presidente Donald Trump ha hecho énfasis en la identidad cristiana de Estados Unidos, ha tomado las banderas de la protección a la libertad religiosa en contra del secularismo y ha proclamado que Estados Unidos es una nación cristiana antes de ser una nación liberal.
«Por supuesto, en términos estrictamente formales, las populistas Polonia y Hungría siguen siendo más seculares que países como Gran Bretaña o Dinamarca que han establecido iglesias», aclaró Schmitz, quien reconoció que las religiones estatales han perdido un gran significado público. «Lo que sorprende es el aparente regreso de lo sagrado, la posibilidad de que los huesos secos de la historia de santidad y caballerosidad de Europa puedan encontrar una nueva vida».
Con información de Catholic Herald.
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