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Santo Domingo (Jueves, 05-07-2018, Gaudium Press) Durante la Eucaristía de apertura de la Asamblea Primaria número 56 de la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) celebrada el pasado 01 de julio en la Catedral Santa María de la Encarnación, Primada de América, Mons. Ramón Benito Ángeles, Secretario General de la CED, expresó la voluntad de la Iglesia de promover la protección de la vida ante las amenazas de la violencia y los retos generados por los intentos de legalización del aborto y la eutanasia. «Los desafíos de nuestras realidades humanas necesitan ser iluminados por el Evangelio de Jesucristo y convertirlos en misión», declaró el prelado.
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| Los prelados pidieron deender a los niños por nacer y als personas en el fial de su vida. |
Mons. Ángeles resumió algunos de los desafíos sociales más importantes del país, entre los cuales incluyó la violencia, la corrupción, la drogadicción, la extrema pobreza, el desempleo y otras problemáticas a las que sumó las «políticas estatales que amenazan el matrimonio y la vida familiar» y los escenarios en los que se atenta contra la dignidad de los más vulnerables. «Qué decir de la temible y terrible amenaza contra la vida humana una vez concebida en el vientre de la madre», expresó. «Nosotros confiamos en que nuestros legisladores y nuestro Estado Dominicano, nunca jamás lleguen a legalizar la muerte en nuestra Nación Dominicana, ni por el aborto ni por la eutanasia».
«Ante todo esto y mucho más, tenemos que levantar el grito de una nueva esperanza, que nos trasforme, nos convierta desde lo más profundo de nuestros corazones y nos haga hombres y mujeres comprometidos con nuestra sociedad y humanidad», exhortó el prelado. «A nosotros se nos ha confiado la misión de evangelizar con nuestras vidas los ambientes donde nos movemos, ser portadores de buena noticia, brindar alegría, paz y esperanza a una sociedad cada vez más atribulada».
El Obispo auxiliar destacó la oportunidad generada por la Asamblea Plenaria del Episcopado para analizar las realidades de la Iglesia local, intercambiar las experiencias pastorales y orar en comunión de la Iglesia por un mayor compromiso pastoral en beneficio de todos los creyentes del país. «Encomendémonos mutuamente al corazón tierno y maternal de la Santísima Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Altagracia, para que podamos hacer un buen discernimiento a fin de ofrecerle plenamente a nuestro pueblo, el Pan que da la vida eterna», concluyó.
Con información de Conferencia del Episcopado Dominicano.
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