Managua (Martes, 10-07-2018, Gaudium Press) El clima contra el clero católico se estaba crispando. Los insultos a los sacerdotes se hacían cada vez más violentos. En las redes sociales, simpatizantes del gobierno invectivaban de forma crecientemente agresiva a los religiosos. Hace tres días, un sacerdote en Diriamba que llevaba suministros para un comedor infantil fue detenido por la Policía, quien le pide su identificación. Minutos después, fotos suyas comienzan a circular por las redes sociales con la acusación de transportar «material explosivo y armas de fuego». Era sólo cuestión de tiempo para que de la violencia verbal se pasara a la violencia física.
En el día de ayer el Cardenal Leopoldo Brenes, Mons. Silvio Báez -obispo auxiliar de Managua- y el Nuncio Apostólico Mons. Stanislaw Sommertag quisieron repetir en Diriamba la gesta que los condujo a Masaya el jueves 21 de junio pasado, cuando partiendo de Managua, su presencia fue acogida triunfalmente por el pueblo e impidió la acción sangrienta de paramilitares. Pero hoy los agresores estaban envalentonados, y agredieron efectivamente a Mons. Báez, en la Basílica de San Sebastián. ¿Cuánto habrá facilitado esa agresión las palabras del presidente nicaragüense del sábado pasado, quien se pronunció en acto público contra ciertas «instituciones religiosas»? Lo cierto es que después de esa alusión, Mons. Báez habló en homilía del clima que se estaba creando contra la Iglesia.
A la par de la agresión al Obispo -quien está seguro, y confiante en la ayuda de Dios-, también fue agredido de forma física en el cuello Mons. Miguel Mantica. A diversos periodistas, además de violentados físicamente, los agresores robaron cámaras y celulares.
El domingo, en Diriamba, fueron asesinados 14 pobladores por parte de fuerzas combinadas estatales y paramilitares. La agresión ayer de la caravana episcopal siembra dudas sobre la continuación del diálogo nacional. (SCM)
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